jueves, 25 de enero de 2018

El Papa Francisco y el amor en las alturas. Reflexiones del Dr. Italo Antinori Bolaños, Doctor en Derecho (especializado en Derecho Constitucional) por la Universidad Complutense de Madrid y Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001)



El Papa Francisco y el amor en las alturas

Reflexiones del Dr. Italo Antinori Bolaños
iantinorib@cwpanama.net

Cuando en 1986 me iba a estudiar a Europa el doctorado en Derecho, especializado en Derecho Constitucional, mi padre de quien me había despedido una semana antes, decidió viajar desde nuestra finca en Tolé, Chiriquí donde residía  – a casi 400 kilómetros de la ciudad de Panama  – para despedirme, pues quería decirme  personalmente, unas cortas palabras, antes que emprendiera el viaje.  En el aeropuerto nos echamos a un lado y me dijo “te daré un consejo de padre: ahora que viajarás muchas horas en el avión, te darás cuenta que, cuando uno  sube a las alturas más allá de las nubes, en verdad está más cerca de Dios, por lo que aprovecha ese largo trayecto para rezar, reafirmar tu fe en Jesucristo como único redentor del mundo y para que le pidas luz y felicidad en el camino de tu vida…”  No sé si mi padre, conociendo mi carácter nostálgico, me lanzó ese consejo, pero cada vez que monto a un avión, antes del despegue, no dejan de repicar en mi corazón sus palabras, el recuerdo trascendente y tranquilo de su voz  y el aleteo magnético de gozo infinito que siento, al evocar tan inolvidable consejo…   

El jueves 18 de enero de 2018, durante el viaje que el Papa Francisco realizaba a Chile, volví a recordar intensamente la frase de mi padre fallecido.  Ese día el Papa Francisco hizo el trayecto aéreo entre las ciudades de Santiago, capital del país e Iquique, ciudad costera ubicada al norte de Chile.  Para ello, se desplazó en una aeronave de la empresa de aviación LATAM, la más grade de la región. Dos miembros de la tripulación que daba servicio al vuelo, tuvieron contacto con el PAPA FRANCISCO. CARLOS CIUFFARDI un hombre de 41 años y PAULA PODEST RUIZ una mujer de 39 – ambos de nacionalidad chilena – le contaron al Papa que eran compañeros de trabajo desde hacía diez años y que ambos eran pareja.  El Papa Francisco les preguntó si estaban casados y éstos le respondieron que lo estaban desde hacía siete (7) años por lo civil, que eran padres de dos niñas, RAFFAELA, de 6 años e ISABELA de 3 años, y que no se habían podido casar por la iglesia porque en el año 2010, cuando todo estaba planeado, el templo  donde se  casarían lo había derrumbado el terrible terremoto que ese año destruyó ciudades costeras de Chile.

Nadie se imaginó que el Espíritu Santo, inspiraría al Papa Francisco para que decidiera insólita e inesperadamente casarlos de inmediato, en pleno vuelo y en las alturas más arriba de las nubes… Con el Papa como oficiante el matrimonio se realizó y actuaron como testigos del inesperado y original enlace, el Gerente General de la empresa aérea y un Cardenal de la Curia que no fue identificado.    Fue así como por primera vez se produjo una peculiar boda en las alturas, oficiada por un Papa, jefe de la iglesia católica mundial.

El acto ocurrido no es tan simple como para mencionarlo solo como una encantadora noticia, en la que un Papa realizó una boda sin precedentes en la historia del Pontificado,  que hará palidecer de envidia a Reyes, Príncipes y Magnates de todo el mundo que darían parte de sus inmensas fortunas y de sus poderes, con tal de tener lo que los sencillos sobrecargos tuvieron sin planificarlo: que el mismo Papa los casara.   

Sin embargo, lo ocurrido hay que analizarlo desde una dimensión espiritual muy profunda y trascendente.  No es casual lo que aparentemente es un hecho imprevisto, no esperado, ni planificado ni preparado, ni es solamente una tierna historia de amor... El hecho constituye, sin duda, un mensaje divino que Jesús ha querido enviar a la humanidad y sobre todo al continente americano en estos tiempos de confusión, donde las fuerzas del maligno propugnan por introducir elementos contra naturales y en contra de las leyes que Dios dejó en la tierra.  El hecho se produce cuando existen grandes presiones del denominado “lobby gay” que empuja para que, con fundamento en una Opinión Consultiva – que no es obligante ni vinculante porque no proviene de un proceso contencioso – que emitió la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 24 de noviembre de 2017, se imponga el “matrimonio” entre personas del mismo sexo, invadiendo la esfera y el derecho de legislar que tiene cada Estado, conforme al sentimiento de su pueblo.  Pretenden que, seis jueces – porque uno disintió del criterio mayoritario – le impongan nuevos conceptos que nunca fueron aprobados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos cuando fue firmada por los países del continente americano, el 22 de noviembre de 1969.  Intentan que de esa manera, se aplique el reconocimiento al “matrimonio” gay, para evitar y evadir el difícil camino de buscar y lograr leyes y reformas constitucionales en cada país, sabiendo que tal camino hará imposible que se acepte lo que no es antropológica ni científicamente correcto.

En un análisis jurídico que realizamos hace algunos días, en cuanto a que si era obligante para los países del continente, la Opinión Consultiva OC-24/17 dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 24 de noviembre de 2017 sobre el “matrimonio” entre parejas del mismo sexo, sostuvimos, entre otros aspectos, lo siguiente:

“No es posible que los Estados del continente le cedan sin ninguna cautela ni reserva alguna, su soberanía jurídica y constitucional a los caprichos de unos pocos jueces – siete (7) en este caso que desde oficinas internacionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos – pretendan  imponer agendas, consignas y criterios más allá de lo que los Estados suscribieron en la Convención Americana sobre los Derechos Humanos en 1969, y también más allá del derecho interno que cada nación de forma soberana se ha otorgado en consideración a su derecho a la autodeterminación y a su capacidad de legislar conforme al querer o sentir de la mayoría de sus ciudadanos. Cada pueblo o nación del continente es dueña de su destino, no pretendamos ahora que, los destinos de cada Estado queden en manos de siete (7) jueces que decidirán por millones de panameños, suplantando las facultades de nuestros Diputados que disponen del mandato representativo que la sociedad les ha otorgado en democráticas elecciones o en el caso de todo el continente, estaríamos consintiendo que los siete (7) jueces decidan por millones de ciudadanos, inventando aspectos que no aparecen taxativamente expresados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, tal cual fue aprobada en 1969”.

Para los que deseen profundizar en el tema, les invito a leer nuestro análisis sobre la aludida opinión consultiva y sus efectos,  que aparece publicado en la siguiente dirección:

Curiosamente en la Corte Interamericana de Derechos Humanos un (1) solo Juez de siete (7), emitió un salvamento de voto, en el que manifestó su oposición al reconocimiento de las uniones de parejas del mismo sexo por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y a otros aspectos como el cambio de nombre e identidad, abogando por el derecho que tiene cada Estado, según su democracia y derecho interno, a legislar al respecto. Su salvamento de voto, dentro de la Opinión Consultiva constituye una pieza de gran trascendencia jurídica, digna no solo de encomio, sino de estudio, análisis y de referencia conceptual. El digno y justo juez es el Dr. EDUARDO VIO GROSSI, natural de Chile, curiosamente el país donde se produjo el hecho maravilloso del matrimonio en las alturas, que no es otra cosa que un mansaje divino que se hace en momentos en que algunos osan discutir que el único matrimonio aceptado a los ojos de Dios – y el único antropológicamente posible y correcto para efectos de garantizar el futuro de la humanidad – es el de un hombre con una mujer.  Si antropológica y fisiológicamente, el matrimonio de un hombre y una mujer es el único posible y correcto, desde el punto de vista religioso, la Biblia es muy clara.

Según el Evangelio de Mateo, capítulo 19, versículos 4 al 6, Jesús dijo:

¿No han leído  que en el principio el Creador “los hizo hombre y mujer”, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

En el Génesis Capítulo 2, versículo 24, dice:

“Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.

En primera de Corintios Capítulo 7, versículo 2:

“Pero en vista de tanta inmoralidad, cada hombre debe tener su propia esposa, y cada mujer su propio esposo".

En primera de Corintios Capítulo 6, versículo 9:

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones”.

En el Levítico, Capítulo 18, versículo 22:

 “No te echarás con varón como con mujer; es abominación”.

Pero no solo existe, respecto a Chile esa curiosa coincidencia, hay otra. Resulta que el Secretario General de la injusta y parcializada Corte Interamericana de Derechos Humanos que emitió la desafortunada opinión que afecta y distorsiona el concepto del matrimonio verdadero que Dios bendice, es el DR. PABLO SAAVEDRA ALESSANDRI, quien también es chileno y aunque no vota en las decisiones de la Corte, es el funcionario administrativo de más alta jerarquía en dicha institución. Es descendiente de dos Presidentes católicos y creyentes en Dios, de la República de Chile. Del DR ARTURO ALESSANDRI PALMA quien fuera Presidente de Chile en dos períodos  (1920-1925 y 1932-1938), y también del ING. JORGE ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Presidente de Chile (1958-1964) e hijo de aquél.

Por todo ello, sostenemos que el hermoso acto del matrimonio espontáneo que hizo el Papa Francisco con los dos sobrecargos chilenos sobre el espacio aéreo de Chile – más arriba de las nubes y más cerca del cielo – no es casual ni fortuito, es un mensaje divino de amor en las alturas que quiso mandar el Redentor del Mundo a nuestro continente desde Chile, solo para reafirmar y para que en momentos en que se debate el tema del matrimonio y en el que algunos tienen ciertas confusiones, termináramos comprendiendo que el único matrimonio bendecido por Dios es de un  hombre con una mujer, lo demás es contra natural. 

Jueves, 18 de enero de 2018.

Doctor en Derecho (Especializado en Derecho Constitucional)
Universidad Complutense de Madrid, Reino de España
Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001)
Correo Electrónico: iantinorib@cwpanama.net

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