El silencio de los anodinos
Por Italo I. Antinori B. (*)
Un ex alumno nos comentó que el distinguido abogado Eloy
Alfaro escribió por Twitter que parecía que en Panamá solo podían ser Magistrados de la
Corte, quienes nunca han participado en la vida pública, ni han dicho nada y
que solo han sido unos pusilánimes inocuos. Sobrada razón tiene el jurista
Alfaro, pues el silencio de muchos abogados timoratos, se ha convertido
extrañamente en una especie de “virtud”, mientras la ausencia de criterios y el
de no sustentar posiciones, en un “mérito” de quienes se “agachan” para no
plantear nada, para no irritar ni incitar crispaciones con una postura pública
o un concepto orientador y puntual sobre un tema nacional. Es el silencio de los anodinos que buscan
evitar las iras de algunos necios para que éstos no desquiten cobardes enconos ante
el osado que se atrevió a emitir una opinión jurídica, un concepto político o
una crítica social. Es una peculiar
manera de aplicar feroz castigo contra el que valientemente actúa. Es la forma ruin y mezquina de utilizar el
desquite para descalificar a quien de buena fe se ha atrevido a emitir conceptos,
fijar posiciones y criterios en momentos de incertidumbre. “No es controlable”
“no es accesible”, “no es confiable” o “es problemático”, son los dictámenes
que solemos escuchar para descalificar y anular aspiraciones o para
obstaculizar a un ciudadano que, por valiente y contestatario, no les conviene.
Contrariamente, cuando son mencionados,
designados Magistrados o nombrados en altas posiciones los que han navegado en
el silencio complaciente o en el malabarismo jurídico propio de los que
prefieren no definir ninguna posición en temas sensitivos – o los que aplican
el silencio de los anodinos – las frases almibaradas y abundantes de elogios, apuntan
a sostener que “es una buena decisión”, que es “un gran profesional”, “que es muy ecuánime” y no cesan las
felicitaciones y aplausos para quien los nombró. Como el beneficiado nunca ha
opinado, ni emitido conceptos, ni debatido públicamente temas cívicos, nadie
tiene nada en su contra ni nada que objetarle. Así se cuelan los sumisos y
cobardes, algunos de los cuales ya tienen despachos en las faldas del Cerro Ancón. Éstos no han sido probados en el fragor de
las grandes batallas por las ideas y en los momentos de grandes crisis y
decisiones trascendentes, se escurren por el camino del miedo que les inhibe tomar
posiciones puntuales y valientes. Entonces, ¿cuál es el mensaje que la sociedad
lanza? ¿Será que emitir opiniones difíciles y controversiales, hechas con
civismo y espíritu docente, se convierte en un estigma para cualquier
aspiración? ¿Será que la valentía – cada vez más extraña – lejos de ser estimulada,
se convierte en una mácula cuya sombra estropea, oprime y aísla al ciudadano
valeroso?
Panamá
19 de diciembre de 2015.
(*) El autor es Doctor en
Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y Primer Defensor del Pueblo
de la República de Panamá (1997-2001)
Fuente: Publicado en el diario digital panameño "En Mayúscula":
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