viernes, 20 de febrero de 2015

Educación Constitucional. La reforma es necesaria no porque la Transición fue un fracaso, sino porque fue un éxito

Opinión de Javier Pérez Royo *
20 de febrero de 2015. 22:01 CET.

Walter Bagehot nos enseñó hace siglo y medio que no es la generación que hace una Constitución la que mejor la interpreta. Es la generación, son las generaciones que se educan bajo ella las que mejor lo hacen y las que acaban teniendo un conocimiento más cabal de las posibilidades y límites de la misma. De ahí que la reforma constitucional sea una exigencia permanente de toda Constitución auténticamente democrática. Esto vale para todas las constituciones, pero más todavía para una Constitución como la española de 1978, que se hizo por una generación, cuya única educación en lo que a fórmula de gobierno se refiere, había sido la del régimen del general Franco.
Nadie de los que hicieron la Constitución tenía experiencia vivida no ya de una fórmula de gobierno democrática, sino tan siquiera de una fórmula propiamente constitucional. A pesar de ello, se hizo una Constitución que le ha permitido a la sociedad española tener la mejor fórmula de gobierno de su historia contemporánea durante varios decenios. Han sido los únicos decenios de aprendizaje de la democracia en nuestra historia. Por primera vez ha habido dos generaciones de españoles que se han podido educar en democracia. Ha llegado el momento de que sean ellos los que se encarguen de hacer la revisión de la Constitución y de hacer los ajustes que sean necesarios para que la fórmula de gobierno que la Constitución contempla pueda proyectarse de manera indefinida en el futuro.
Sin anatematizar la Transición, que está lejos de ser ese momento ideal que se ha puesto en circulación incluso por aquellos, como José María Aznar, que estuvieron en contra de la misma cuando se estaba produciendo, pero que resolvió un problema extraordinariamente difícil de una manera razonable.
La reforma es necesaria no porque la Transición fue un fracaso, sino por lo contrario, porque fue un éxito. Un éxito limitado, pero éxito. El resultado vale la pena reformarlo, para mantener su vigencia en el tiempo. Sin los límites del momento, debidos en parte a la amenaza de poderes fácticos y en parte al déficit educativo de la generación que la protagonizó. 2015 puede ser un año decisivo para esta operación de reforma. Ya se ha producido la renovación en la Jefatura del Estado con la abdicación del rey Juan Carlos. Falta que esta renovación se extienda al conjunto del sistema político.
Casi todos los partidos han procedido a la sustitución de los dirigentes de la Transición por dirigentes educados bajo la vigencia de la Constitución. Únicamente Mariano Rajoy y Rosa Díez se mantienen en primera fila. Confiemos en que los resultados electorales permitan relevarlos del lugar que ocupan y que, entre todos, se pueda poner en marcha la renovación de la fórmula de gobierno que el país necesita.
Tomado del Diario El País:
 http://politica.elpais.com/politica/2015/02/20/actualidad/1424466072_523300.html

* Jurista español, Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla. Comentarista político

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