POLÍTICOS DE DIFERENTE SIGNO,
SINDICALISTAS, CATEDRÁTICOS, PERIODISTAS... SE HAN DADO CITA EN LOS CURSOS DE
VERANO PARA ANALIZAR DESDE LAS MÁS DIVERSAS ÓPTICAS LOS PORQUÉS Y SOBRE TODO
LAS SOLUCIONES PARA ESCAPAR DE LA ACTUAL CRISIS ECONÓMICA, LA MAYOR SIN DUDA DE
LA HISTORIA EUROPEA
Pocos han sido los cursos en
los que durante este verano no se ha hablado de la crisis, bien de manera
monográfica, bien por sus efectos “colaterales”. Desde la educación o la
sanidad hasta la arquitectura, el cine, la actividad cultural, la
responsabilidad social de las empresas o, por extremar el ejemplo, las carreras
de caballos. La crisis todo lo mediatiza. Por El Escorial han pasado durante
todo el mes de julio políticos, sindicalistas, economistas, activistas
sociales, catedráticos, periodistas... Todos han tratado de aportar su visión
de la crisis y, sobre todo, han intentado mostrar las que, a su juicio, son las
recetas más adecuadas para salir de ella. El origen de la crisis, los factores
o decisiones que la han agravado o incluso su definición –civilizatoria,
financiera, de deuda, del euro, del sistema capitalista, de competitividad
europea, de exceso de gasto de las administraciones...– quedan en un segundo
plano. La prioridad es escapar de las garras de la crisis. Sobre cómo hacerlo
es la cuestión en la que realmente se centra el debate. El gobierno español,
apoyado en la que popularmente se denomina “doctrina Merkel”, confía la salida
de la crisis, o al menos a ese objetivo relaciona la mayor parte de sus
decisiones, a la austeridad, los recortes presupuestarios, el control del
gasto. Las posiciones socialdemócratas, en cambio, alertan del peligro al que
se está exponiendo el modelo de estado de bienestar europeo y claman contra
unos recortes que, consideran, están ahogando a quienes menos tienen. En lo que
sí coinciden conservadores y socialdemócratas es en dar a Europa y a sus
instituciones la última palabra en la resolución de esta crisis económica que
comenzó siendo global, pero que en el último año golpea al viejo continente con
toda su virulencia. “Esta crisis es un ataque a Europa y a sus logros
sociales”, llegó a decir la portavoz socialista en el congreso Soraya
Rodríguez.
INGRESAR MÁS, GASTAR MENOS
Para los representantes del
Partido Popular el diagnóstico es claro. Las palabras del secretario de Estado
de Comercio, Jaime García Legaz, resumen la postura de su partido: “Hemos
vivido por encima de nuestras posibilidades durante mucho tiempo. Ya en 2005 si
se miraban las cifras de la economía española, había dos claros indicadores que
alertaban sobre lo que se nos venía encima: el déficit de la balanza de pagos y
la inflación disparada. Vivíamos un 10 por ciento por encima de lo que nos
indicaba nuestro Producto Interior Bruto. Luego vino el incremento brutal de la
deuda externa. Es decir, para mantener nuestro ritmo de vida tuvimos que pedir
prestado fuera. Ahora toca devolverlo porque tras la suspensión de pagos de
Grecia, los acreedores nos han dicho a los demás que hasta aquí hemos llegado.
Hay que producir más y gastar menos. Receta no muy sexy, pero la única
posible”. Economistas como Jorge Fabra, profesor de la UCM y miembro del grupo
“Economistas frente a la crisis”, difieren del diagnóstico. “Para nosotros esta
crisis es una crisis de caída de la demanda efectiva, provocada por el
sobreendeudamiento de las empresas y las familias, que han llegado a niveles de
insostenibilidad. Consumimos menos, demandamos menos, los recursos quedan
subutilizados, y se genera paro. La situación se ha agravado por las políticas
de ajuste, que han hecho que también caiga la demanda del sector público. Todo
junto –concluye Fabra– ha llevado a una caída del PIB y también al incremento
de la prima de riesgo. Los acreedores no se asustan de las deudas, sino de la
falta de ingresos de los deudores”. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro,
en cambio, considera que España necesita recuperar su credibilidad y los
mercados su confianza en nuestro país. Por eso es necesario reformar el sector
público y sanear sus cuentas. “Tenemos que cumplir los objetivos de reducción
del déficit. Ese es nuestro gran objetivo, y lo conseguiremos, estoy seguro,
aunque para ello, por ejemplo, haya que inhabilitar al político que gaste sin
presupuesto o tengamos que acabar con la actitud del funcionario público que no
esté dispuesto a trabajar más. Aquí nadie tiene su puesto seguro. El hecho de
aprobar una oposición nos hace servidores públicos, yo también lo soy, pero no
puede ser que garantice estar por encima del resto de la población”, afirmó el
ministro en su intervención en el curso “Emprendedores autónomos: creadores de
empleo”, en la que también anunció lo que día después el Gobierno elevó a real
decreto: “Si el IVA lo pagara más gente, si no se preguntara tanto eso de con
IVA o sin IVA, si no hubiera tanta economía sumergida, si todo el mundo pagase
lo que tiene que pagar... No habría que subir tanto el IVA”. Para los políticos
socialdemócratas y también para los sindicatos, la “obsesión” del Gobierno por
cumplir los objetivos del déficit en base a reducir el gasto y aumentar
impuestos no progresivos como el IVA, no es la solución.
LAS POLÍTICAS SOCIALES, EN PELIGRO
De acuerdo con el secretario
general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, el gobierno que preside Mariano
Rajoy está presentando sus políticas como algo inevitable, algo que no quiere
hacer, pero que no tiene más remedio que llevar a cabo. “Dicen que no hay más
salida que la que ellos proponen, pero eso además de falso, conduce a mucho
sufrimiento y deja sin espacio a la política. Su política económica –concluyó
el candidato socialista en las últimas elecciones generales– no es neutral;
tiene una clara connotación política”. Para Cándido Méndez, secretario general
de UGT, esa connotación política no es otra que “destruir el estado de
bienestar y fabricar caballos de refresco para la especulación. El sector
inmobiliario tuvo un peso del 15 por ciento del PIB. Si hoy sumamos el peso de
la educación, la sanidad y las pensiones estamos hablando de un 22 por ciento.
La privatización de estos servicios públicos hará cabalgar de nuevo a la
especulación”. Y es que, según señala Soraya Rodríguez, portavoz del PSOE en el
Congreso y participante como Méndez en El Escorial en el encuentro “Personas y
estado de bienestar: recorte en los servicios públicos”, lo que la crisis
verdaderamente está poniendo en juego es el estado de bienestar. “No es justo
decir que el culpable de esta crisis es el estado de bienestar. No es cierto.
La crisis no se debe a que nuestras políticas sociales sean gravosas o
insostenibles. Necesitamos mantener un estado del bienestar fuerte y solvente.
No vamos a salir de la crisis recortando nuestro estado social. Las políticas
sociales no son un gasto. Son una inversión. La salida de la crisis está en los
ingresos. Hay que poner en marcha políticas públicas que generen ingresos
estructurales, no coyunturales como fueron los inmobiliarios. Hay que
establecer impuestos progresivos que distribuyan la riqueza. Hay que hablar de
políticas de ingresos –insistió Rodríguez–, de reformar el sistema impositivo.
Hollande ha presentado un programa de reorientación impositiva en Francia. Ese
es el camino”.
¿CÓMO CRECER?
Las ideas del
gobierno para aumentar los ingresos, además de las impositivas, pasan, como
indicó Montoro, por el empleo. Para ello confía en los autónomos y pequeñas y
medianas empresas. “Somos un país que cuando se pone en marcha es capaz de
asombrar por su generación de empleo, y lo es porque es un país de
emprendedores. Vamos a establecer las condiciones para que esa especie vuelva a
estar en expansión”, señaló el ministro, que citó como necesario para lograr
ese objetivo que el crédito vuelva a fluir –“para eso hemos pedido el crédito
europeo para reflotar nuestra banca”–, y que las empresas puedan regular sus
necesidades de empleados –“para ello hemos hecho la reforma laboral”–. Para el
diputado de Convergencia i Unió Josep Sánchez Llibre, participante en el curso
“Nuevos horizontes tras la crisis económica”, la clave es generar confianza
para invertir y aumentar el empleo. “Hay un partido que tiene mayoría absoluta,
que es un aval para legislar sin problemas, y aunque en determinados momentos
le ha faltado coraje, en otros, como con la reforma laboral, ha sido muy
valiente y por eso le apoyamos”. La visión de sindicatos como UGT difiere
bastante tanto en diagnóstico como en tratamiento de lo que está haciendo el
gobierno. Para Cándido Méndez, España tiene cuatro problemas de fondo –paro,
recesión, déficit y deuda– y tres problemas estructurales –tamaño de las
empresas, coste de la energía y mecanismos de financiación de la economía
española–. De acuerdo con Méndez, es urgente poner en marcha políticas que
aumenten el tamaño de las empresas españolas –en la actualidad el 99 por ciento
son de menos de 50 trabajadores– y solucionar el encarecimiento progresivo del
precio de la energía, que hace que nuestras empresas sean cada vez menos
competitivas.
LA SALIDA, EN EUROPA
Más allá de las reformas que
se puedan poner en marcha en “casa”, lo que la mayor parte de cuantos
participaron este verano en los Cursos de Verano y ofrecieron su opinión sobre
la crisis, es que donde realmente hay que encontrar la salida es en Europa.
“Europa siempre ha salido hacia delante e incluso en sus momentos de crisis en
cuando más ha avanzado en su construcción (Maastrich, Niza). Pero no está
escrito que esta vez vaya a pasar lo mismo”, señala el diputado socialista
Ramón Jáuregui. “Europa es una nave encallada –abunda el también político socialista
Rafael Simancas, director del curso “Modelos socialdemócratas frente a la
crisis”, en el que participó Jáuregui–. No puede ir hacia atrás, es decir
recuperar los instrumentos propios que antes tenían los países para luchar
contra las crisis, como era devaluar su moneda, pero tampoco tiene capacidad
para dar un salto hacia delante rápido y eficaz, porque ni tiene los
instrumentos necesarios, ni los que tiene los utiliza bien, como es el caso del
Banco Central Europeo”. Para Ramón Jáuregui, Europa no ha respondido a la
crisis de la forma debida. Sus respuestas, según señala, han tenido seis
características: todas se han dado desde una orientación neoliberal y
tecnócrata; están generando un neonacionalismo muy preocupante; cada país tiene
intereses antagónicos y busca sus propios beneficios; están aumentando las
opciones populistas y antieuropeístas de derecha, centro o izquierda; la falta
de convergencia económica entre los países del euro está provocando que aumente
la sensación de que en el seno del euro la salida es peor, y hay una quiebra de
confianza entre el Norte de Europa y el Sur; el Norte cree que el Sur no es
competitivo, y el Sur que el Norte no es solidario. No obstante, tanto Jáuregui
como expertos en la Unión Europea, como el catedrático Jean Monet Miguel
Martínez Cuadrado, quien dirigió el curso “La Unión Europea: crisis y
reconstrucción”, valoran los avances que se han dado en Europa en estos últimos
años, “impensables poco tiempo atrás”, afirma Martínez Cuadrado. “Que se hayan
llevado a cabo rescates, creado un fondo europeo de estabilidad, que el BCE en
determinados momentos haya dado liquidez y comprado bonos, que se hayan creado
autoridades europeas de supervisión... Son avances que hay que reconocer”,
valora Jáuregui, para quien no obstante todas estas medidas tienen un mismo
denominador común: “Todas estas acciones han llegado tarde y han sido
insuficientes”. Para Martínez Cuadrado, la construcción europea siempre se ha
caracterizado por esa lentitud, ese paso a paso que siempre recomendó
precisamente Jean Monnet. “Medidas como cerrar la unanimidad en las decisiones
y abrir las de las mayorías cualificadas, hablan del cambio de mentalidad en el
seno de la Unión que está produciendo la crisis”, afirma el catedrático
complutense, quien confiere a Alemania el mayor peso en este cambio de
procedimientos. “Alemania siempre ha querido ir hacia la unión federal europea,
en lugar de hacia la construcción supranacional por la que se apostó desde 1945
hasta 2007”, afirma. De acuerdo con Rafael Simancas, Europa tiene hoy tres
opciones: “Renacionalizar, es decir abandonar el sueño europeo. Seguir como
estamos, ya que hay países europeos que le están sacando beneficio a la crisis
y tienen ventajas competitivas. Y la última, ir hacia delante, hacer más
Europa. Esta es la propuesta socialdemócrata”. “El Tratado de “gobernanza” de
marzo de 2012 y los fondos de rescate que tratan de frenar las acometidas de
los mercados –señala el catedrático Martínez Cuadrado–, se acompañan de una
voluntad inequívoca de los ciudadanos comunitarios que confían en la unión
monetaria, en el euro, y en el carácter irrevocable de la apuesta de llegar a
una federación por los caminos más viables y en plazos cada vez más cortos de
tiempo. Las elecciones en Grecia en junio y las encuestas de opinión en la
eurozona son el ejemplo de apoyo del “demos”, del ciudadano de base, a la prosecución
de una unión política. Incluso voces autorizadas como el ministro de Economía
alemán ha expresado recientemente que ese es el camino: la unión y hasta la
elección de un presidente por sufragio universal directo”.
HOJA DE RUTA EUROPEA
La hoja de ruta para “hacer
más Europa” que ha marcado el presidente del Consejo Europeo, Herman Van
Rompuy, parece satisfacer de “modo razonable”, como indica Jáuregui, a todos,
más allá de su ideología. “Los objetivos son los que deben ser –afirma el
veterano político–, luego está la forma de materializarlos, en lo que ya sí hay
grandes discrepancias. Nosotros los socialdemócratas debemos, guiados por un
verdadero programa, una hoja de ruta del socialismo europeo, presentar
propuestas para, por ejemplo, dar legitimidad democrática al gobierno de Europa
y que la Comisión y el Consejo sean elegidos democráticamente. Debemos influir
en mejorar la competitividad europea, abanderar una reforma fiscal justa,
garantizar el estado del bienestar”. La hoja de ruta marcada por Van Rompuy
establece como objetivos de la Unión la creación de un marco financiera
integrado, que posibilite la estabilidad financiera y la unidad bancaria; un
marco presupuestario coordinado, que favorezca, por ejemplo, la emisión de
deuda conjunta; la puesta en marcha de políticas europeas de crecimiento y
empleo, y la legitimación de las instituciones políticas. “El problema
–concluye Jáuregui– es que Van Rompuy añadió que estos son los objetivos
marcados para un horizonte de 10 años. Es decir, no hay seguridad de que se
haga o de que por el camino se nos caiga el castillo”. Para el ex ministro de
Justicia del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Juan Fernando López
Aguilar, no se puede esperar tanto, Europa debe ser más ágil en cuestiones que
hay que resolver ya. “Es intolerable que teniendo la misma moneda Alemania se
financie a coste cero, mientras que España y otros países paguen intereses
prohibitivos”. Por ello, de acuerdo con López Aguilar, es necesario modificar
ya el papel del Banco Central Europeo, poner en marcha un programa de
inversiones con recursos propios de la UE, imponer una tasa a las transacciones
financieras, establecer un nuevo pacto fiscal que grave la riqueza “allí donde
se esconda” y realizar desde Europa inversiones estratégicas para generar
empleo, en especial para la gente joven. Y es que hay que recordar, y esta es
una de las mayores víctimas que se está cobrando la crisis, con el riesgo
cierto de cobrarse una generación perdida, que en países como España uno de
cada dos jóvenes no tiene trabajo.
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, UNA
VÍA PARA INFLUIR EN EL CAMBIO DE LAS POLÍTICAS
Una generación estafada
“Éramos una juventud dormida,
que ahora nos sentimos una generación estafada. La idea de estudiar una
carrera, después hacer un máster, encontrar trabajo y comprarnos una casa, se
fue al traste”. Así explica Alberto Garzón, economista, activista social y
desde el comienzo de esta legislatura diputado en el Congreso de Izquierda
Unida, el sentir de muchos jóvenes europeos que durante los últimos años se han
lanzado a la calle para protestar por una situación que no han generado, pero
que prácticamente los condena. “El problema es que cuando el sistema económico
se desmoronó, la percepción de la política de muchos también lo hizo, aunque
nunca les había importado ni la política, ni la economía, ni la corrupción...
Lo único que les preocupaba y, en muchos casos, les sigue únicamente
preocupando es tener trabajo”. Garzón –quien intervino en el encuentro “Crisis
capitalista, regresión democrática y protesta social”, que dirigió el profesor
complutense Jorge Fonseca– defendió el activismo social como una de las vías
que le quedan a los jóvenes, “y a muchos que no son tan jóvenes”, como vía para
influir en que se modifiquen las políticas. No obstante, el diputado de IU –que
considera su presencia en el Congreso como un mal necesario en ese intento de
cambiar el modelo social y económico– cree que en las “protestas sociales hay
que ser rigurosos. Hay que formarse y estudiar. Hay que aceptar, por ejemplo,
que vivimos en un sistema económico capitalista y hay que admitir que los
empresarios quieran sacar rentabilidad a sus acciones y que con esa rentabilidad
podrán generar empleo”. Y es que, de acuerdo con Garzón, movimientos como el
15M, “que han tenido la gran virtud de repolitizar a la ciudadanía e incluso
crear una especie de universidad popular”, en ocasiones no han tenido ese rigor
necesario. “No estoy de acuerdo –señala Carmen Rodríguez, integrante del Grupo
Economía Sol del 15M–. Considero que nuestras propuestas están muy bien basadas
y fundamentadas y que el hecho de no pertenecer a un partido político o a otro
nos permiten ser más radicales. El 15M –concluyó Carmen–, con sus aciertos y
sus errores, nunca abandonará sus propuestas de cambio profundo y radical hacia
un nuevo sistema”.
Texto: AlbertoMartín /
Fotografías: J. de Miguel
Revista Tribuna Complutense
Parte I Verano 2012
Temas / Crisis
Págs. 48 - 57
No hay comentarios:
Publicar un comentario