Excelente escrito de sincero homenaje al Dr. D. Joaquín Ruiz-Giménez fallecido Primer Defensor del Pueblo del Reino de España (1982-1987), que ha escrito su ex alumno, el Dr. Italo Isaac Antinori Bolaños, Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001), y eminente constitucionalista, a quien en "La Verdad" le consideramos como uno de los más destacados de Hispanoamérica.
JOAQUIN RUIZ-GIMENEZ Y LA VOCACION HUMANISTA
Eran los primeros días de diciembre de 1986 y los doctorandos en Derecho Constitucional, entrábamos apresurados al salón de clases del Instituto de Derecho Parlamentario (Departamento de Derecho Constitucional) de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, España. Recuerdo que era un día frío, pero soleado y desde el puesto que ocupaba divisaba claramente los majestuosos picachos de la Serranía del Guadarrama, que discretamente empezaban a cubrirse de nieve… La puerta se abrió y el insigne maestro del Derecho Constitucional español, el Dr. Luis Sánchez Agesta (q.e.p.d), entró acompañado de un elegante señor, de porte distinguido y de mirada soñadora, a quien nos presentó como el Dr. Joaquín Ruiz-Giménez, catedrático de filosofía del derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, ex Ministro de Educación de España (1951-1956) y en esos momentos, el Primer Defensor del Pueblo del Reino de España.
Por una invitación del Dr. Sánchez Agesta – que Don Joaquín había aceptado previamente – nos daría clases sólo por las tres semanas siguientes, porque dadas sus altas ocupaciones como Defensor del Pueblo, no disponía de más tiempo para enseñarnos. Fue un verdadero privilegio que Dios me concediera ser su alumno en el tema “La Defensoría del Pueblo, su concepción constitucional y su vocación humanista”. De esa forma pasé a convertirme en discípulo de quien en esos precisos momentos era el Primer Defensor del Pueblo de España.
Conocido es que la Constitución de España de 1978, estableció la Defensoría del Pueblo en el Artículo 54, curiosamente antes que la Corona (que está en el Artículo 60 y siguientes), que las Cortes Generales y la formación de leyes (Artículo 66 y demás), antes que el Gobierno y la Administración (Artículo 97 y siguientes) y antes que las demás instituciones del Estado. Esto sólo puede explicarse desde la perspectiva de la importancia real y precisa que le dieron a la institución, como soporte efectivo y fundamental para la vigencia plena de un Estado social y democrático de derecho, tal como se define el Estado Español en el Artículo 1 de la precitada Constitución, cuando dice que “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Por tal razón, es que se explica por qué los españoles establecieron la Defensoría del Pueblo, dentro del Título I de la Constitución que se denomina “De los Derechos y Deberes Fundamentales”. Cuando eligieron al Primer Defensor del Pueblo, escogieron a quien podía sembrar en el huerto de la patria, una institución para que creciera fornida y pujante; por ello el Dr. Joaquín Ruiz-Giménez recibió esa misión cuando fue elegido en diciembre de 1982. En la redacción de dicha Constitución había participado como académico y erudito en el tema, nuestro tutor, el eminente constitucionalista, el Dr. Luis Sánchez Agesta, quien había actuado como Senador en la primera legislatura constituyente española nada más y nada menos que, por mandato y decisión de Su Majestad el Rey Juan Carlos I de España.
En ese mes de diciembre de 1986, ante la presencia de tan conspicuas personalidades, fui consciente de que tenía ante mí, la representación vívida de una parte importante de la historia de España del siglo pasado. Ese privilegio me comprometía con más razón, a dar todo de mí con tal de aprender, captar y aprovechar todas sus enseñanzas. Estar en ese sitio, en el momento indicado y en el tiempo adecuado, fue una oportunidad que debía aprovechar plenamente. Con las conferencias magistrales – porque más que clases eran conferencias extraordinarias – aprendí muy claramente que las Defensorías del Pueblo no sólo deben ser ejercidas por titulares independientes que tengan coraje, arrojo y valentía, sino que también es necesario que estén descontaminadas de los intereses de los políticos y de la política.
Nos decía Don Joaquín que, cuando la política se introduce en la Defensoría, ésta empieza no sólo a deteriorarse, sino también a perder el rumbo de su verdadera función que es darle voz a quien no la tiene, porque lo importante es la defensa y protección de todo ser humano, como representación de la creación divina y por tanto, carece de importancia y de significación el grupo político al que pertenezca. Y es que las Defensorías del Pueblo no deben ser instrumentos ni escalinata para rapaces apetitos políticos de sus titulares, como tampoco deben convertirse en apéndices o complementos de los gobiernos de turno ni de los intereses económicos. Por eso supongo que siempre nos repetía que el talante de la institución lo imponía quien la dirigiera. Ello nos indica que los Defensores no deben ser dóciles amanuenses del gobierno en procura de dádivas o réditos políticos, ni tampoco defensores – abiertos o solapados – de los actos o acciones que el gobierno ejecute.
Cuando tal situación ocurre, el propósito y sentido de la institución queda desvirtuado y desnaturalizado. Y el pueblo queda burlado porque se ha falseado una promesa y se ha opacado una esperanza de redención… Como consecuencia de tan memorables clases, Don Joaquín nos invitó a la Defensoría del Pueblo de España. Cuando conocí la institución, su funcionamiento y sus sistemas recién creados, quedé tan entusiasmado que durante cuatro (4) meses estuve asistiendo “ad honorem” para hacer una especie de pasantía en la institución, con la autorización de mi ilustre profesor, el Dr. Joaquín Ruiz-Giménez, Primer Defensor del Pueblo del Reino de España y la aprobación de mi tutor, el genial constitucionalista Dr. Luis Sánchez Agesta (q.e.p.d.)
Como una anécdota curiosa, recuerdo que a mediados de febrero de 1987, Don Joaquín me llamó a su despacho y me dijo que cuando regresara a Panamá con el título de Doctor en Derecho (especializado en Derecho Constitucional) tenía la obligación moral y académica de que, cuando se eligiera al Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá, le debía aconsejar muy bien para que fuera independiente y no estuviera subordinado a los intereses políticos. Diez (10) años después de haberme dicho esa visionaria y premonitoria frase, Dios quiso que el suscrito fuera elegido Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá el 27 de junio de 1997. A veces he llegado a pensar que quizá alguna inspiración divina – de esas que no se pueden explicar más que por la fe que profesamos – tendría Don Joaquín cuando me dijo aquella frase y me dio tan sabia recomendación que apliqué cabalmente.
En el año 1999, los Defensores del Pueblo de Centro América y Panamá, fuimos convocados a Madrid a una reunión en la Defensoría del Pueblo de España de la que era su Defensor, Don Fernando Álvarez de Miranda (Defensor del Pueblo desde 1994 hasta 1999), otro gran ciudadano de España, quien fue Presidente del Congreso de los Diputados de España (1977-1979) y por tanto, le correspondió el histórico acontecimiento de firmar en 1978, junto a Su Majestad el Rey Juan Carlos I, la Constitución de España que desde entonces rige en ese país. Minutos antes de iniciar la reunión, el Defensor del Pueblo de España, entró al salón de juntas, acompañado por Don Joaquín Ruiz-Giménez, quien en esos momentos era Presidente del Comité Español de la UNICEF. Fue una agradable sorpresa para todos los Defensores presentes, saber que en la reunión participaría Don Joaquín.
Pero lo que menos me imaginaba era lo que vendría después… Cuando inició sus palabras como invitado de honor a la reunión, empezó por decir que se sentía muy emocionado y satisfecho al constatar que el Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá, había sido su alumno a quien le había correspondido explicar y enseñar aspectos fundamentales y trascendentales sobre la Defensoría del Pueblo y su función. Sus palabras además de constituir una alta distinción del maestro por el alumno, me llenaron de mucha energía y fortaleza para continuar dirigiendo la institución en mi país – pese a todas las vicisitudes que pasamos los Defensores auténticos – hasta el final de mi mandato y entregarla con toda dignidad y decencia a mi sucesor. Esa fue la última vez que conversamos con más detenimiento (lo volví a ver en las Jornadas Conmemorativas del X Aniversario de la Convención de las Naciones Unidas sobre Derechos del Niño, realizadas en Madrid el 19 y 20 de noviembre de 1999).
En esa ocasión, en la sede de la Defensoría del Pueblo de España, nos despedimos con un fuerte abrazo con el que sellamos el compromiso de luchar para que la justicia no sea una quimera ni la esperanza de los pueblos por un mundo mejor, una etérea concepción. Mientras escribo estas líneas de homenaje al maestro, recordé una frase que escribí refiriéndome a la justicia que dice: “la justicia se siembra – a veces tarda en germinar – pero finalmente crece tanto, hasta tocar el cielo con su fuerza…” (ANTINORI BOLAÑOS, Italo Isaac, Tercer Informe Anual de la Defensoría del Pueblo de la República de Panamá, Impreso por Comunicaciones para Todos, Panamá, 2000, frase extraída de una intervención nuestra y que aparece en la portada de la respectiva edición).
Ante la partida física del Dr. Joaquín Ruiz-Giménez, ocurrida en Madrid, España el 27 de agosto de 2009 a los 96 años de edad, tenemos que reconocer el impulso excepcional que le dio a la instalación y organización de la Defensoría del Pueblo en España hecho que fue fundamental para que la institución se irradiara en nuestros países de Ibero América. Y es que fue desde España, que se difundió a nuestros países después que ese país la estableciera en la Constitución de 1978. Haber creado, establecido y organizado – de forma impecable y con singular éxito – la Defensoría del Pueblo en el Reino de España, fue medular para darle sentido a la institución en Hispanoamérica.
Ese mérito, esa mística y ese importante precedente se lo debemos al Dr. Joaquín Ruiz- Giménez, Primer Defensor del Pueblo del Reino de España (1982-1987). Por ello, ante el dolor de su partida, hoy le damos un digno reconocimiento por su vida, forjada con una extensa como intensa vocación humanista, en beneficio de los demás.
Ciudad de Panamá, miércoles 7 de octubre de 2009.
* El Dr. Italo Isaac Antinori Bolaños, fue el Primer Defensor del Pueblo de la Republica de Panamá (1997-2001). Es licenciado en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad de Panamá, posee un post Grado en Derechos Humanos por el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en Altos Estudios Internacionales por la Sociedad de Estudios Internacionales (SEI) de Madrid y Doctor en Derecho (especializado en Derecho Constitucional) por la Universidad Complutense de Madrid, España.
Correo electrónico: iantinorib@cwpanama.net
https://www.educacion.gob.es/teseo/mostrarRef.do?ref=144960
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