FERNANDO ÁLVAREZ DE
MIRANDA: UN CIUDADANO EJEMPLAR.
Análisis del
Dr. Italo Antinori Bolaños (*)
Todavía no dejo de agradecerle a Dios la oportunidad de haberme colocado
en Madrid, España, en años posteriores que fueron fundamentales para la
consolidación de la Transición Española, ocurrida a partir del 20 de noviembre
de 1975, después de la muerte de Francisco Franco. Con un título de Licenciado en Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá y con muchas ilusiones
académicas, viajé a Europa para prepararme con un Doctorado en el área del
Derecho Constitucional, una de las grandes pasiones de mi vida. Dios quiso que por asuntos académicos conociera
y me relacionara con personajes históricos de España a quienes tuve como mis
profesores, tutores, guías, referentes y amigos, en el campo de la academia y
del alto intelecto. Así pude relacionarme
con personajes que la historia de España coloca en sitiales imperecederos como Manuel Fraga, Luis Sánchez Agesta, Manuel Jiménez de Parga, Joaquín Ruiz Giménez, entre otros eminentes profesores ya
fallecidos, otros vivos como Alfonso Fernández Miranda, distinguido sobrino muy
querido de Torcuato Fernández Miranda, verdadero ideólogo de la Transición
Española.
En
1987, asistí a una conferencia sobre la Constitución Española de 1978 y allí
por primera vez conocí, por Don Luis Sánchez Agesta, a quien había dictado la
entusiasta conferencia llena de anécdotas sobre la transición española de la
que había sido partícipe directo. Era
Don Fernando Álvarez de Miranda, quien estaba unos días por Madrid pues ocupaba
el cargo de Embajador de España en El Salvador.
Era santanderino y un histórico y respetado dirigente español quien
había sido Presidente del Congreso de los Diputados de la Transición Española,
entre 1977 y 1979, quien había tenido el alto honor de pasar a la historia, por
haber firmado en el Palacio de las Cortes, a 27 de diciembre de 1978 – tal como
dice la Constitución – junto con el Rey Juan Carlos I de España, la
Constitución Española de 1978, que rige en España y que, con muchísimas más
luces que algunas pequeñas sombras, ha sido el vértice fundamental para
estructurar la democracia española.
Después de la firma del Rey Juan Carlos, firmó
Antonio Hernández Gil como Presidente de las Cortes, posteriormente lo hizo Don
Fernando Álvarez de Miranda como Presidente del Congreso de los Diputados, y
finalmente, Antonio Fontán Pérez, como Presidente del Senado de esa época. El
ser consciente que estaba conociendo y relacionándome con personajes históricos
de España, producía en mí una enorme emoción y una sed inagotable por buscar el
conocimiento. Leía cuanto libro
encontrase sobre la Transición Española, artículo o asistía a diversas
conferencias. Por ello, en esa
conferencia entendíamos que nuestro profesor y tutor del doctorado, Don Luis
Sánchez Agesta – ex Rector de la Universidad de Granada, Primer Rector/fundador
de la Universidad Autónoma de Madrid y eminente Catedrático de Derecho Político
de la Universidad de Madrid – nos exhortaba a asistir a una conferencia de otro
personaje histórico que había que escuchar y del que mucho teníamos que aprender. Don Fernando Álvarez de Miranda fue un
estudioso del Derecho, sobre todo del denominado Derecho Comunitario en la
Universidad Complutense de Madrid, donde fue su profesor, y en la Universidad
de Luxemburgo, y un apasionado defensor de la vigencia y promoción de los
Derechos Humanos.
Presidió fundaciones de derechos humanos y colaboró
estrechamente con Amnistía Internacional investigando la situación de los
derechos humanos en distintas partes del mundo.
Les fueron otorgados Doctorados Honoris Causa por diversas universidades
y fue Senador honorario de Europa. Su
amor por Hispanoamérica lo llevaron a aceptar en febrero de 1986 y hasta 1989, el
difícil cargo de Embajador de España en la República centroamericana de El
Salvador que, en aquél tiempo, se desangraba por la lucha subversiva que
comandaba el entonces movimiento subversivo “Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional” (FMLN). Con
especial dedicación, prudencia, inteligencia y como promotor indiscutible de la
paz de los pueblos del mundo, Don Fernando Alvarez de Miranda fue un factor
importante para el éxito de las negociaciones de paz con la guerrilla que condujeron
a los acuerdos de paz de 1992.
De 1994 a 1999, ocupó el cargo de Defensor del Pueblo del Reino de España y también fue el Presidente de la Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO), coincidiendo su período con el nuestro, como Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001). Durante ese período, recibí los mejores consejos, me transmitió sin egoísmo alguno sus experiencias y su sabiduría, para fortalecer una institución que creamos e instalamos en la República de Panamá, con mística y entusiasmo, partiendo desde cero y dejándola en el 2001, al terminar nuestro periodo, no solo correcta y eficientemente organizada, sino sembrada en el corazón del pueblo panameño.
De 1994 a 1999, ocupó el cargo de Defensor del Pueblo del Reino de España y también fue el Presidente de la Federación Iberoamericana del Ombudsman (FIO), coincidiendo su período con el nuestro, como Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001). Durante ese período, recibí los mejores consejos, me transmitió sin egoísmo alguno sus experiencias y su sabiduría, para fortalecer una institución que creamos e instalamos en la República de Panamá, con mística y entusiasmo, partiendo desde cero y dejándola en el 2001, al terminar nuestro periodo, no solo correcta y eficientemente organizada, sino sembrada en el corazón del pueblo panameño.
Carta enviada a mi
persona el 12 de abril de 1999 por Don Fernando Álvarez de Miranda,
donde nos honra, refiriéndose al suscrito como “amigo Italo” |
Tuve la dicha de conversar muchas veces con Don Fernando Alvarez de Miranda y algunas veces después del término de nuestros mandatos como Defensores del Pueblo y nunca olvidaremos que le preocupaba – al igual que al brillante académico, Dr. Jorge Luis Maiorano, ex Defensor del Pueblo de la Nación Argentina – la pérdida de la auténtica independencia de las Defensorías, respecto a los poderes fácticos y la lucha para evitar su contaminación política, de modo que toda Defensoría del Pueblo sirva genuinamente a los nobles propósitos de defender al pueblo, combatir la corrupción y procurar la justicia y la vigencia de los Derechos Humamos comprendiendo que la realidad de Hispanoamérica no era la misma que en Europa. Siempre lamentó que en el caso de Panamá, quienes me sucedieron en el cargo – iniciando por quien me reemplazó inmediatamente – hubiesen introducido la política a la institución, permitiendo que algunos políticos inescrupulosos, a partir del 2001, la capturaran y la silenciaran para que no sintieran el dolor de las personas y le fueran quitando su papel preponderante en la defensa y en la búsqueda de la justicia.
A Don Fernando Alvarez de Miranda le agradezco el apoyo que nos brindó, los sensatos y experimentados consejos que nos transmitió y el cariño personal con el que nos trató. Conservo un ejemplar de colección que es una réplica exacta de la Constitución Española original, editada a colores por el Congreso de los Diputados de España, que digitaliza las firmas originales, entre ellas la de Don Fernando Álvarez de Miranda, que con especial deferencia nos obsequió y nos dedicó. Todavía recuerdo que en una ocasión le pregunté ¿Por qué cuando firmó la Constitución no lo hizo con su firma, sino que la suscribió con su nombre? Su respuesta fue: “Porque después que el Rey firma, no se debe firmar sino escribir su nombre”. Y así consta en el original de la Constitución española de 1978. Don Fernando Álvarez de Miranda, político honrado y humanista comprometido, hombre de familia, amigo excepcional e inteligente, así como noble y desprendido, ha muerto en Madrid, España, el 7 de mayo de 2016, a los 92 años. Los diarios españoles daban la noticia al mundo, destacando su legado y su mística de ciudadano cabal. Ver:
http://www.eldigitalcastillalamancha.es/rajoy-traslada-su-pesame-por-la-muerte-de-fernando-alvarez-de-miranda-215224.htm
Sabemos
que la muerte es un trance inevitable,
pero grande es aquél que a su paso por la vida, deja huellas imborrables, no
sólo en su patria sino en otros lares, donde su espíritu de bondad y su ejemplo
de nobleza, no muere con él porque se le seguirá recordando. Por ello tengo un hermoso recuerdo de
gratitud por quien ha partido y desde Hispanoamérica, tierra a la que mucho amó, hacemos una oración profunda
por la luz perpetua de su alma.
Panamá,
9 de mayo de 2016.
(*) El autor es un prolífero analista y admirado
conferencista internacional. Ha sido
destacado docente universitario y es un agudo pensador del derecho y de
los temas sociales, sobre los que ha escrito y expuesto ampliamente. Fue
discípulo, pupilo y amigo personal, de importantes personalidades públicas y
académicas españolas, considerados como históricas” en la vida de España. Es Doctor en Derecho (Especializado en
Derecho Constitucional) por la Universidad Complutense de Madrid, Reino de
España, título que obtuvo con las máximas calificaciones y reconocimientos
académicos. En su país fue el Primer
Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001)
Italo, el repaso de tan interesantes momentos de la Historia recien pasada, pues,- que son 50 años de vida,solo un soplo de brisa-contados de manera tan diafana y sencilla nos sirven para conocerte aun mas, y el haber tenido de Ti, siempre un alto concepto de la solidaridad y agradecimiento.
ResponderEliminarSaludos