El Dr. Italo Antinori Bolaños, reconocido analista y conferencista,
Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001), renombrado
constitucionalista, doctorado por la Universidad Complutense de Madrid, España,
nos ofrece un pormenorizado análisis sobre el escándalo financiero conocido
como “los Panama Papers” (Los Papeles de Panamá) que involucran a la firma de
abogados Mossack y Fonseca con sede en dicho país centroamericano y caribeño.
El descomunal escándalo financiero que ha estremecido distintos confines del
planeta, fue divulgado el pasado 3 de abril de 2016, por el denominado
Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas
en inglés), quienes tienen su sede en Washington D. C., Estados Unidos. Para comprender mejor la escandalosa y compleja trama, invitamos a leer el documentado y muy exhaustivo análisis que ha escrito Dr.
Italo Antinori y que publicamos a continuación:
Los “Panama Papers”: algunas reflexiones
Dr. Italo Isaac Antinori Bolaños (*)
Hemos desarrollado el presente análisis dividido en
varias secciones o visiones para hacer más fáciles y comprensibles las
explicaciones que se expresan a continuación:
¿Por qué el Ministerio Público de Panamá no ha actuado contundentemente?
Todavía cuando escribo este análisis a pedido de una
publicación digital Europea, (Sábado 9 de abril de 2016), me asombra que la
Procuraduría General de la Nación de la República de Panamá, haya sido tan
negligente y no haya ejecutado acciones rigurosas, concretas y precisas contra
la firma Mossack y Fonseca, y contra sus dos socios, Ramón Fonseca Mora y Jürgen
Mossack, así como contra otros posibles implicados que pudieran estar
involucrados en los hechos indebidos o posiblemente delictivos. No se ha producido un allanamiento a las
oficinas centrales, ubicadas en la Urbanización Marbella, no se han cautelado
los sistemas informáticos (ordenadores y la data) y no se han asegurado pruebas fundamentales que
después de una semana de haberse divulgado el escándalo informativo internacional
(hecho que se produjo el 3 de abril de 2016), es probable que a la fecha ya hayan
sido ocultadas o destruidas,
por
no haber articulado las acciones oportunamente y haber tardado tanto en
hacerlas. Nos preguntamos, ¿por qué el
Ministerio Público de la República de Panamá ha actuado con extrema celeridad
en otros casos, pero en el Mossack y Fonseca, no lo ha hecho? ¿Cuál es la diferencia o el privilegio que
tiene el señor Ramón Fonseca Mora frente a otras personas en el trato y la
consideración que le da el Ministerio Público?
La respuesta parece obvia. Y
estas son las cosas que lejos de ayudar, afectan, y en vez de contribuir a
aclarar las cosas, enturbian el panorama, sobre todo en la imagen que el país
debe dar a nivel internacional. Como es conocido,
solamente por conocimiento de algún hecho que tenga indicios de ser
constitutivo de delito, en la República de Panamá el Ministerio Público puede
iniciar una investigación de oficio. Las
amplias publicaciones que, sobre los “Panama Papers” se han efectuado en distintas
partes del mundo – y que
siguen dándose sobre nuevos ángulos
informativos – nos revelan hechos que van desde la posible utilización de las
sociedades en lavado de dinero, tráfico de armas, narcotráfico, corrupción y otros
aspectos ilícitos, nos convencen que son razones más que suficientes para haber
iniciado de inmediato una investigación sumarial y haber tomado acciones
precisas, rápidas, contundentes y ejemplarizantes que no se han hecho por parte
de la Procuraduría General de la Nación en la República de Panamá.
¿Cuál debe ser la postura ideal del gobierno de Panamá ante la comunidad
internacional?
Si en Panamá la Procuraduría General de la Nación, hubiera
iniciado una investigación oportuna, independiente y eficaz, con el consiguiente
allanamiento y retención del equipo informático de la firma Mossack y Fonseca
– y dependiendo de ello, al menos la
posible detención de sus socios principales –
se le hubiese demostrado al mundo la firme voluntad del Estado panameño
de no permitir las acciones indebidas en su territorio, lo cual se traduciría
en una contundente
y sólida respuesta que la República de Panamá le daría a la comunidad
internacional, en cuanto a su colaboración real y efectiva en su lucha contra
los actos indebidos, dentro de su territorio. Se estaría demostrando con hechos, más allá
de las palabras, que en Panamá no se ampara la impunidad de nadie, menos aún de
quien ha estado como Ministro consejero del Presidente de la República hasta el
pasado 12 de marzo de 2016, y como Presidente encargado del Partido
Panameñista, actualmente en el poder. De
ambos cargos, el señor Ramón Fonseca Mora, pidió “licencia por un año”,
sin que se haya aclarado a la fecha, de forma oficial y precisa, cuál es el
estado del señor Ramón Fonseca Mora, si ya renunció definitivamente o sigue en
licencia por un año. Sin lugar a dudas, las medidas a las que nos hemos
referido en líneas anteriores debieron haberse tomado desde el principio y pocas
horas después que se hizo la divulgación internacional. Hacer un allanamiento ahora y capturar las
computadoras, podría resultar una acción tardía que no sería vista con la misma
simpatía con que pudo haberse percibido una acción enérgica y categórica, hecha
desde el principio. Una acción de esta manera
le hubiera facilitado al gobierno panameño y a la nación, su posición en el
plano internacional porque no es cierto que en el país todos los profesionales,
empresas, oficinas de abogados y demás actores financieros, participan, crean o
promueven actos indebidos ni todas las sociedades anónimas panameñas – o las
que se hacen desde Panamá en otras jurisdicciones – sean utilizadas para actos
indebidos o para acciones delictivas.
¿Son
ilegales las sociedades offshore?
Como sabemos, las sociedades offshore tienen muchos años
de existencia. Son sociedades que se
hacen bajo la jurisdicción de un Estado para regir o actuar en otras
jurisdicciones o Estados buscando mejores beneficios fiscales.
No se pueden prohibir porque no son ilegales, puesto que pueden tener a
su nombre bienes que no provengan de actividades criminales ni el
objetivo o propósito de su creación sea para participar en actividades
delictivas. Por consiguiente, el hecho
de que una persona las utilice no significa que está cometiendo un acto
delictivo. El asunto no es que sea ilegal
crear estas sociedades, ni utilizarlas; lo ilegal e indebido es el destino o la
finalidad que se les da. Por esa razón,
es responsabilidad de cada abogado panameño, no sólo conocer a su cliente, y
para ello debe hacerse la “due diligence” o debida diligencia, sino que también debe
conocer exactamente cómo y para qué se va a utilizar la sociedad anónima. De acuerdo a las leyes panameñas, cuando un
abogado se percata de que un cliente quiere utilizar la sociedad para fines
indebidos, no sólo debe rechazarlo y abstenerse se prestarle sus servicios,
sino que debe dar aviso a las autoridades de regulación financiera de lo que pretende
hacer el cliente.
¿Hubo
controles adecuados en Mossack y Fonseca?
Por las declaraciones que ha hecho el señor Ramón Fonseca
Mora, y por las informaciones que se han divulgado, no necesitamos hacer mayor
esfuerzo mental para comprender que Mossack y Fonseca actuó de forma
irresponsable, sin tener los debidos controles de quiénes eran los tenedores
finales o los propietarios finales de la sociedad, ni cuáles eran sus
actividades, según lo ha reconocido el propio señor Fonseca Mora en
declaraciones a medios de comunicación.
Sin embargo, precisamente, no tener los controles de quiénes son los
dueños finales de una sociedad que ellos mismos hacen y en donde su firma aparecen como agente residente, ni tampoco
cuál es la actividad que la sociedad desarrolla, revela un alto grado de
negligencia e irresponsabilidad manifiesta y encima confesada. Por otra parte, desgraciadamente
con su actuar, Mossack y Fonseca han arrastrado a la República de Panamá a un vendaval moral
producto de las informaciones mundiales, que afecta en todo sentido a los
intereses de la República de Panamá. Alega
Mossack y Fonseca – por intermedio de su portavoz Ramón Fonseca Mora – que
ellos hicieron las sociedades tanto en
jurisdicción panameña como en otras jurisdicciones y las vendieron a terceros,
con quienes dicen no tener contacto alguno.
Ello no parece ser cierto, pues en el caso, al menos de las sociedades
panameñas, cada vez que esos propietarios querían cambios de directores o
dignatarios, por lógica, Mossack y Fonseca les daba el servicio profesional por el cual cobraban
sus honorarios, hecho que confirma la existencia de un grado de contacto. Y, además, les daba el conocimiento de quiénes eran los
nuevos dignatarios y directores que se reemplazaban. Igualmente, ocurría si los dueños de dichas sociedades
solicitaban constituir un poder general de administración para alguna persona,
o cuando Mossack y Fonseca le proveía los dignatarios o directores
(testaferros) de las sociedades, hecho que les daba el conocimiento de quién o
quiénes eran las personas y por lo que también cobraban honorarios profesionales. Lo más curioso es que estamos seguros que Mossack
y Fonseca tenía una buena base de datos de a quiénes debía cobrar anualmente
los honorarios profesionales por agente residente y lo atinente a facilitarles
los directores y dignatarios. Ello significa
que todos los años, esas sociedades, al pagar la tasa única anual al Estado,
debían enviar también el pago de los honorarios profesionales a favor de
Mossack y Fonseca en concepto de agente residente y por el pago de los
directores y dignatarios (testaferros) que dicha firma les proporcionaba, en un
alto porcentaje de las sociedades. Conforme a la tarifa mínima de honorarios
profesionales de los abogados de la República de Panamá aprobada por Acuerdo de
la Sala Cuarta de la Corte Suprema de Justicia (ver Gaceta Oficial 24,305 de 21
de mayo de 2001), en concepto de honorarios profesionales anuales por Agente
Residente se cobra (tarifa mínima) UDS 250.00 y por ser Director o Dignatario
(sin ser abogado) se cobra USD 150.00, lo cual significa la suma total de USD
400.00 anuales. Si tomamos en cuenta que son casi doscientos cincuenta mil (250,000)
sociedades las que conforman la base de datos de los clientes Mossack y
Fonseca, un simple ejercicio matemático nos demostrará que anualmente significa
el ingreso de millones de dólares americanos, sin tomar en cuenta el costo que
se paga cuando se compra la sociedad, ni los honorarios por cambios de
directivas, poder general de administración y otros. En cuanto a los contactos que la firma
mantenía con los propietarios, somos del criterio que sí había contactos y sí
había modo de saber quiénes eran los dueños de las sociedades y algunos otros
detalles. Entonces, no parece ser cierto
que Mossack y Fonseca constituye la sociedad y se desvincula de ésta cuando la
venden, pues siguen recibiendo los honorarios anuales como Agentes Residentes,
le dan algunos servicios cuando la sociedad que han vendido, así lo requiere y así se los
pide. Ello denota una clara y permanente
vinculación.
Si aún le quedara alguna duda de las serias implicaciones
del bufete Mossack y Fonseca con los denominados “Panama Papers”, recomendamos
ver, analizar y reflexionar, el importante documental (a nuestro juicio uno de
los más explicativos y didácticos) que emitió la prestigiosa televisión
alemana, “DW” (Deutsche Welle), con una duración de 42:34 minutos, y que puede ser visto
en la siguiente dirección o vínculo:
¿Vender
sociedades anónimas es como fabricar un automóvil?
El señor Ramón Fonseca Mora reiterativamente ha comparado
la venta de las sociedades anónimas que Mossack y Fonseca hacía, con una
fábrica de automóviles que vende éstos y que luego no es responsable de un
accidente automovilístico que pueda cometer el dueño que ha comprado el
automóvil. La comparación no es igual,
porque la venta de una sociedad anónima, a nuestro juicio, puede ser más letal
que un automóvil. Si bien un automóvil
puede crear un accidente y ocasionar la muerte, una sociedad anónima utilizada
para el uso de armas de destrucción masiva, es un atentado de lesa humanidad que
puede afectar al mundo entero. Igual, si
es utilizada para el tráfico de armas – como se ha dicho que algunas sociedades
creadas por Mossack y Fonseca han sido utilizadas por grupos extremistas en
Arabia, Siria, Libia, Corea del Norte y otros sitios – su propósito es mucho
más deleznable y preocupante. Por tanto,
vender una sociedad anónima es un acto de responsabilidad, de ética y de seriedad que amerita
del abogado una actitud profesional y correcta, de defensa del sistema
financiero, de las libertades democráticas, y estrictamente apegado a la
Ley. Si nos atenemos al ejemplo del
auto, explicado reiterativamente por el señor Fonseca Mora, podemos decir que
una fábrica, ciertamente hace el automóvil, pero por medio de sus
concesionarios sí sabe con precisión, y total certeza a qué persona se lo
venden. Vale decir, cada concesionario
sabe quién ha comprado un vehículo determinado que, para efectos, es
identificado con el número de motor y el número de chasis, que aparece en los
documentos y/o facturas de cada vehículo.
De modo que, con este ejemplo, se explica claramente que sí puede
saberse quién es el destinatario final de las sociedades anónimas, igual que se
sabe quién es el poseedor y dueño final de un automóvil. De igual manera, si una persona va donde el
concesionario a comprar un auto para cometer un crimen o cometer un delito, es
seguro que el concesionario no se lo venderá, porque si se lo vende a sabiendas
de que va a ser usado ilegalmente, entonces se hace cómplice de los actos
ilícitos que se cometen. Y si además, de
todo lo que sabe de quién es el propietario y para qué usa el auto, le cambia
el aceite, le da el servicio de mantenimiento (lo cual equivale a los cambios
de junta directiva y pago de agente residente), y además encuentra en el auto,
sangre, otros indicios y sospechosas evidencias de que se ha cometido un delito
y no lo denuncia a las autoridades, es todavía mayor cómplice de los actos
ilícitos.
¿Es
responsable un abogado por lo que haga una sociedad anónima?
Obviamente que, en principio, ningún abogado debería ser
responsable por lo que hace una sociedad, pero a medida que el mundo ha
avanzado y que las situaciones financieras, políticas, económicas y sociales,
han ido cambiando – en conjunto con los avances tecnológicos e informáticos –
la comunidad internacional ha demandado el establecimiento de controles para
que las sociedades anónimas no sean utilizadas para cometer crímenes ni actos
delictivos que afecten los grandes valores de la humanidad ni el honesto
desarrollo de las actividades económicas.
Por ello, se han ido estableciendo disposiciones legales que exigen
conocer al cliente, hacer la debida diligencia (due diligence), estar seguros
de quiénes son los dueños de la sociedad que se constituye y saber exactamente
para qué la van a utilizar. Bajo estos
principios, un abogado que hace una sociedad y alegremente la vende, sin hacer
diligencias de controles y sin saber en manos de quién quedan, está cometiendo
una omisión legalmente sancionable, en el ejercicio de sus funciones. Esa es la diferencia de lo que existía antes
y lo que se exige ahora. Y aunque la
sociedad haya sido hecha hace varios años – antes que entraran estas
regulaciones – los abogados están obligados a cumplir cabalmente con todos
estos requisitos para evitar que las sociedades puedan ser vehículos de la
trampa, de la delincuencia o del crimen organizado. Bajo este concepto, el bufete Mossack y
Fonseca sí es responsable porque debían tener los controles suficientes de
quiénes eran los dueños de la sociedad y a qué se dedicaban. No olvidemos, que hace algunos años,
específicamente en el 2006, en la República de Panamá, se detuvo a un abogado solo
por ser agente residente de una empresa
que había vendido a la Caja de Seguro Social el producto “Dietilenglicol” que ha causado
tantas muertes y desgracias a personas que lo ingirieron, creyendo que se
trataba de una medicina normal. Si ese precedente
existe, ¿Por qué no han procedido ahora cuando se ha dañado el interés
nacional?
¿Se
habrá cometido un “hackeo” o fue una fuga de información?
Nadie nos ha logrado convencer de que lo ocurrido en el
bufete de abogados Mossack y Fonseca fue obra de un “hacker”. Desde que supimos la cantidad impresionante de
documentos que tenía el Consorcio Internacional
de Periodistas de Investigación – de los que entiendo que todavía falta por
conocer importante información que se divulgará en los próximos días – sin ser
un experto en informática, pero por simple sentido común, colegimos que tal acción
no parece ser obra de hackers, sino de una fuga masiva y sistemática de
información, lo más probable que sea de adentro hacia afuera. Conocido es que
existen otras firmas de abogados más viejas en la práctica de estos menesteres
en Panamá, sobre las que habría más interés de “hackear” su información. Por otra parte, no sé si es posible y fácil,
lograr obtener tanta información mediante un sistema de “hackeo”. Para que tengamos una idea del volumen tan
grande de información que manejan los periodistas internacionales, que ésta
tiene un tamaño de 2.6 Terabytes;
mientras que los famosos “Wikileaks” de la señora Hillary Clinton, sólo tienen 1.6 Gigabytes, y el escándalo suizo de las cuentas en el
Banco HSBC, al que se le llamó “Swiss Leaks” – difundido también por el
Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación en febrero de 2015 – solo contenía 60,000 documentos.
Es decir, que los “Panama Papers” contienen un volumen
astronómico de documentos, donde no solamente existe lo atinente a las sociedades, sino otros
detalles escabrosos que, por informaciones que tenemos, van a ser divulgados en
los próximos días. De manera que, más
podrán saber los expertos de informática del tema que el suscrito, sin embargo,
nos llama la atención la cantidad impresionante de información que se ha
recabado que pasa a ser la mayor fuga de información de este tipo en la
historia de la humanidad. Creo que
hacerlo mediante “hackeo” es más improbable que haberse producido una fuga
interna.
¿Tienen
los periodistas del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, alguna
responsabilidad legal por lo ocurrido?
Los periodistas del denominado Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación
(ICIJ, por sus siglas en inglés y con sede en Washington D. C.) han
realizado una excepcional investigación. Durante un año hicieron un estudio y
análisis de los abundantes datos, que los condujo a la publicación de forma coetánea y coordinada de un primer
grupo de información, el pasado 3 de abril de 2016, que revelaron una trama de
corrupción que incluyó a empresarios,
figuras políticas, funcionarios de Estado de diversos países y hasta
reconocidos delincuentes, con relación a sociedades offshore que
había creado el bufete panameño “Mossack y Fonseca”. Su trabajo en esta
dirección no es nuevo. En febrero de
2015, el Consorcio Internacional de Periodistas
de Investigación dejó
al descubierto presuntas irregularidades en cuentas bancarias secretas que mantenían
en el Banco HSBC de Suiza, traficantes de armas, traficantes de droga,
celebridades del deporte y de la farándula mundial, así como conocidos
políticos que fueron denunciados como posibles evasores fiscales. Tal como hemos
anotado, al escándalo suizo se le llamó “Swiss Leaks” y éste solo contenía
60,000 documentos frente a los millones de documentos que contiene el “Panama
Papers”
El Consorcio Internacional de
Periodistas de Investigación, constituye un grupo organizado de más
de doscientos (200) periodistas proveniente de diversos medios de comunicación
del mundo, que lucha contra la corrupción, que están agrupados y coordinados en
sus acciones, sin ningún interés de lucro.
Su trabajo, en mucho casos, al igual que en los “Panama Papers”, ha sido
loable y desinteresado. Su motivación es
transmitir a la sociedad universal las verdades y los hechos que, de otra
forma, serían desconocidos. Es el legítimo
derecho a la información que tenemos todos los habitantes del planeta en el
ejercicio de las libertades democráticas.
En este sentido, reafirmamos que el ejercicio del periodismo libre, sin
censuras, y el derecho a la libertad de expresión e información, son piedras
angulares de las que dispone toda sociedad democrática para ejercer control de
los actos de quienes nos gobiernan o de los grupos económicos importantes
dentro de la comunidad de cada Estado. Aparte
de ello, debemos destacar que el Consorcio
Internacional de Periodistas de Investigación está constituido por muy
prestigiosos y reputados periodistas de distintas partes del mundo. No son periodistas neófitos, inexpertos ni
aprendices. Todo lo contrario, en el
grupo hay periodistas muy experimentados, serios, honestos y reputados periodistas. A manera de ejemplo, uno de ellos es el
periodista Gerardo Reyes, eminente periodista colombiano, residente hace años
en Estados Unidos, jefe del Departamento de Investigación de la reconocida cadena
de televisión hispana UNIVISIÓN,
quien no sólo participa dentro del Consorcio
Internacional de Periodistas de Investigación, sino que viajó hasta Panamá y
fue el autor de, al menos, tres reportajes muy comprometedores contra Mossack y
Fonseca, que fueron transmitidos en la cadena Univisión en Estados Unidos y que
pueden ser vistos en los siguientes vínculos:
https://www.youtube.com/watch?v=BSBzOoYtLAQ (en este vídeo se vincula sociedades creadas por Mossack y Fonseca con el narcotráfico)
Como hemos podido observar en el segundo de dichos reportajes vinculan, al menos, a una sociedad de Mossack y Fonseca, con el narcotráfico, pues se asegura que la sociedad sirvió a una reconocida narcotraficante de Guatemala, del grupo del Chapo Guzmán, que ha estado detenida en Estados Unidos por narcotráfico, de nombre Marllory Dadiana Chacón Rossell. El periodista Gerardo Reyes, autor de dichos reportajes, es un profesional muy reconocido quien ganó en 1999 el premio Pulitzer y ha sido galardonado, además, con los premios de periodismo Ortega y Gasset, Maria Moors Cabots, Emmy y Planeta. Imposible soslayar dichos reportajes, así como las publicaciones que se han hecho en los más prestigiosos diarios del mundo y las emisiones de documentales y reportajes de televisoras de todo el planeta.
Somos unos convencidos que al periodista debe entendérsele como
un mensajero de la democracia que tiene una misión, en este caso, de luchar
contra la corrupción y que procura el adecentamiento del ejercicio financiero y
legal de las sociedades anónimas en el mundo.
Por consiguiente, no es correcto echarle culpa alguna de lo ocurrido
porque ello sería como matar al mensajero para pretender salvar o amparar un
mensaje evidentemente distorsionado, indebido e ilegal. Lo importante es lo que están transmitiendo y
cómo la República de Panamá debe adecuar sus mecanismos y aplicar correctamente
controles, y de manera específica, lo ocurrido debe ser un ejemplo para que los
abogados de Panamá y de otros países cumplan correctamente con las normas y las
disposiciones legales de modo que las sociedades anónimas no sean un vehículo
para la trampa, el crimen, la delincuencia organizada, o para la proliferación
de las armas de destrucción masiva.
¿El ataque contra Mossack y Fonseca es un ataque contra Panamá?
Comprendo y respeto perfectamente a los que piensan y sienten
que lo ocurrido es un ataque contra Panamá.
Con toda consideración disiento de este criterio. Consideramos que, lamentablemente entiendo – y esto no resulta agradable – que los
autores de la noticia le dieron el nombre a la filtración de documentos de
“Panamá Papers” por dos razones. La primera es porque se utilizó similar nombre
al que se le dieron a las primeras filtraciones de información que difundió en
febrero de 2015, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación del
caso del Banco HSBC de Suiza, ocurrida en febrero de 2015, a los que se le
denominó con el nombre de aquel país: “Swiss Leaks” En segundo lugar
porque es probable que les resultara más sugestivo y atrayente utilizar el
nombre de Panamá, que, por ejemplo, “Mossack Fonseca Papers”. Desgraciadamente la firma Mossack y Fonseca
tiene su sede principal en Panamá, en el centro del corazón bancario y
financiero de la ciudad. Si bien es
cierto que ha hecho sociedades de otras jurisdicciones (Delaware, Islas
Vírgenes Británicas y otras jurisdicciones), para clientes de
distintas partes del mundo y de diferentes y variadas actividades, el hecho de
que la oficina de abogados principal esté en Panamá y que
sus principales socios, Ramón Fonseca Mora y Jürgen Mossack, sean abogados
panameños, que estudiaron sus carreras de abogados en universidades de Panamá,
que obtuvieron su idoneidad para ejercer la abogacía en la República de Panamá,
otorgada por la Corte Suprema de Justicia de la República de Panamá, y ejercen
la profesión desde Panamá, arrastra el nombre de la República de Panamá al
escándalo internacional. Es obvio que a
todos nos duele, pero el problema no es de la República de Panamá con el
mundo. El problema es de Mossack y
Fonseca con el mundo. En la medida en
que los abogados e intermediarios financieros de la República de Panamá actúen
correctamente y demuestren al mundo que la República de Panamá no es un refugio
de corruptos ni de profesionales que amparan la delincuencia, se podrá rescatar
el nombre de Panamá. Lamentablemente,
las consecuencias de la actuación irresponsable del bufete Mossack y Fonseca
nos ha llevado a retroceder en las gestiones que se habían hecho para salir de
la lista gris donde nos había incluido el denominado Grupo de Acción
Financiera Internacional (GAFI) como paraíso fiscal y país no cooperador, hecho
que se había logrado, apenas pocas semanas antes, el 18 de febrero de 2016. Pero después del escándalo de los “Panama
papers”, la República de Panamá ha empezado a sentir los coletazos y los
efectos adversos del escándalo internacional.
En este sentido, la República de Francia – una de las cinco potencias
mundiales – de forma individual (lo cual no es buen presagio) decidió el pasado
8 de abril y como consecuencia de los “Panama Papers”, mediante un decreto que
firmó el Ministro de Finanzas, Michel Sapin, y el secretario de Estado de
Presupuesto, Christian Eckert, agregar a Panamá en la lista del año 2016 como
Estados y territorios no cooperativos (Paraíso fiscal)
Hemos de reconocer el esfuerzo constructivo y bien
intencionado del gobierno del Presidente Juan Carlos Varela y de su equipo
gubernamental, que logró el pasado el 18 de febrero de 2016, que la
República de Panamá fuera excluida de la lista gris del Grupo de Acción
Financiera Internacional (GAFI) como paraíso fiscal. Doloroso es que todo el panorama y las
consecuencias de la irresponsable actitud de Mossack y Fonseca nos indican que
pudiera haber un retroceso en lo que tanto esfuerzo costó obtener.
No es esgrimiendo un nacionalismo extremo como podemos
resolver esta difícil situación. Ni
tampoco consideramos correcto que algunos utilicen el chauvinismo/nacionalista como
método alternativo para defender a Panamá.
Lo curioso es que muchos de los que defienden a la República de Panamá
desde esa óptica nacionalista, en su mayoría son personas que han actuado con
responsabilidad en sus asuntos financieros y que, deberían comprender que así
como ellos han actuado con prudencia, con los controles necesarios en sus
actividades financieras, así debieron haberlo hecho los señores Ramón Fonseca
Mora y Jürgen Mossack y su firma de abogados, cada vez que en el plano internacional
vendían una sociedad. Panamá es un
pequeño país en lo geográfico y en lo poblacional, pero inmenso y grande en el
trabajo honrado, en el tesón y en el espíritu indoblegable de los panameños por
desarrollar el Estado. Pero no nos
dejemos empalagar por el nacionalismo a la hora de discernir y de comprender
los desaciertos y los yerros que algunos han cometido porque, tal como acertadamente
lo expresó el abogado Jaime Alemán, en
un artículo de opinión (La Prensa, martes 5 de abril de 2016), Panamá se
encuentra en la disyuntiva, de decidir entre “los negocios de algunos o los intereses del país” Y, sin duda alguna, debe prevalecer el interés
de Panamá, no el de los ambiciosos.
Sábado 9 de abril de 2016.
(*) El autor es analista y
conferencista internacional. Es Doctor en Derecho (Especializado en Derecho
Constitucional) por la Universidad Complutense de Madrid, Reino de España y
Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001)
Buenas tardes Dr. Italo,
ResponderEliminarSoy experto en delitos informáticos e informática forense.
Ya se ha demostrado que la firma de abogados es MUY vulnerable a hackers, nuestra firma de seguridad lo ha demostrado y muchos expertos en este tema lo han demostrado.
¿Es viable y se puede sacar 2.6 TB de información desde lejos?
La respuesta es si, en 2 meses se puede transferir toda esta información solamente trabajando de noche, con una conexión cifrada en un tunel SSH.
¿Por qué M&F? Sencillo, es una firma de abogados, donde el dueño es ministro consejero del presidente de Panamá y para dejarlo más fácil, los servidores están LLENOS de huecos. Esta es la IP de los servidores principales de conexión remota 200.46.144.31
La pregunta debe ser ¿Por qué no se preocuparon por la seguridad informática si hacen tantas cosas consideradas 'malas'?
Dr. En temas informáticos, es TOTALMENTE viable y para responder otra incógnita: Si, un hacker tiene tiempo, curiosidad y estaría dispuesto a pasar años para hackear algo, en este caso, hackearlo era fácil, solamente había que esperar a que todos los archivos se pasaran de un lado a otro, algo muy fácil.
Para los que aún son incrédulos les preguntaré esto. ¿Cómo creen que toda esa información se los dieron a los periodistas alemanes? Si, por internet, por ende, la pregunta se contesta sola, si una persona de un lado del planeta pudo darle 2.6 TB de información a otra persona al otro lado del planeta... También es posible que una persona saque información de un servidor (que tiene mejor ancho de banda que una computadora normal) hacia su ordenador propio.
Hay que resaltar que, el hacker le pasó los 2.6 TB de información a los periodistas por medios cifrados (significa que la información viaja por Internet hasta 10 veces mas lento)
Cualquier duda pueden contactarme por Twitter: @AndreBConte
Excelente analisis Doctor
ResponderEliminar