“El Ejecutivo debe responder con legitimidad política al soberanismo”
El catedrático de Constitucional reprocha a Mas no haber aprendido "la lección de Ibarretxe”
Pregunta. El 18 de septiembre, Escocia celebra un referéndum sobre su posible independencia ¿Qué incidencia tendrá en España y en Cataluña y Euskadi en particular?
Respuesta. Con la comunicación de hoy, tan fluida y profunda, los efectos en países cercanos con problemas similares son innegables e ineludibles. No obstante, el caso escocés tiene particularidades jurídicas que le diferencian de los problemas de Cataluña y España porque la Constitución británica, a diferencia de la española, no es superior a las leyes ordinarias. Pero hay un trasfondo político en el caso escocés que nos afecta. ¿Por qué es posible en el Reino Unido lo que no es posible en España?
R. El caso escocés, igual que el quebequés, son excepciones. Pero cada uno, desde su singularidad jurídica, ha dado respuesta a un problema político. España también tendrá que afrontar ese reto político, aunque su legalidad lo impida. Desde la legitimidad política, España esta obligada a preguntarse por qué la regulación legal española es diferente. Y si debe afrontar esos retos cuando Reino Unido y Canadá lo han hecho.
P. Pero dice usted que el caso escocés y el quebequés son excepciones.
R. Son excepciones jurídicas y cada una de ellas ha dado su propia respuesta. En Canadá, su Constitución no decía nada sobre un referéndum sobre la independencia. Pero el sistema lo terminó regulando legalmente con la Ley de Claridad.
P. ¿Y en el caso escocés?
R. El Parlamento británico no tiene límites constitucionales como en España. Se aceptó que, según el Estatuto de Escocia, sólo se podría realizar el referéndum si así lo aprobaba el Parlamento británico. Y esto se hizo tras la mayoría absoluta del Partido Nacionalista Escocés en las elecciones regionales, que se presentó con un programa político de mayor autonomía y referéndum por la independencia. El Parlamento británico, a su vez, impuso que el referéndum escocés no podía ser unilateral y debía ser negociado.
P. ¿Cómo fue la negociación?
R. El Gobierno escocés aceptó todas las condiciones del Parlamento británico sobre el modo de celebrarse el referéndum, especialmente que hubiera una única pregunta y que fuera clara sobre si se aceptaba o no la independencia de Escocia. El Gobierno británico, a su vez, aceptó que pudieran votar los jóvenes de 17 y 18 años. Creo, no obstante, que David Cameron cometió un error de precipitación al forzar el referéndum únicamente sobre la independencia porque lo que los escoceses querían primordialmente era una mayor autonomía.
P. ¿Quien cree que va a ganar en Escocia el día 18 el sí o el no?
R. Hasta hace un mes había una sólida posición del no. Pero las últimas encuestas dan un alza al si por un deslizamiento del voto laborista porque en el Reino Unido se ha producido una fractura terrible en su modelo económico y social, que ha empujado a una parte del electorado laborista a creer que la independencia puede ser una respuesta a esa fractura social. Creo que, al final, ganará el no, que predomina entre las mujeres y los mayores que temen por sus pensiones, pero por poca diferencia. Pero apunto el riesgo que supone la quiebra del modelo social, que está favoreciendo el sí.
P. Y si ganara el sí. ¿Qué pasaría?
R. Se abriría un proceso de negociación complejo y muy incierto porque sería por una diferencia muy pequeña. Existe el precedente del Quebec y entonces, el Tribunal Supremo de Canadá dijo que la negociación no iba a ser sólo sobre la logística de la independencia. Hay que tener en cuenta que no estamos ante un referéndum de autodeterminación de una colonia, reconocido por los organismos internacionales. Hay asuntos muy importantes que negociar. Por ejemplo, la divisa, muy importante para el Reino Unido que no está en el euro. El Parlamento británico ya ha adelantado que si Escocia se independiza se queda fuera de la unidad monetaria británica, lo que sería un revés muy serio para los escoceses. Está también el problema de la deuda. Por este motivo, algunos entienden que habría que celebrar un segundo referéndum sobre lo pactado, tras la negociación.
P. ¿Y si gana el no?
R. Como la diferencia sobre el si será pequeña, existe el riesgo de que se empiece el cuanto de nunca acabar. El Partido Nacionalista Escocés puede tener la tentación de tratar de seguir repitiendo los referéndum hasta lograr el sí. Pero es muy difícil que el Parlamento escocés pueda convocar nuevos referéndum de modo unilateral sin consentimiento del Parlamento británico. El ejemplo del Quebec es revelador. El sí perdió por muy poco. Los independentistas creyeron que en la siguiente legislatura ganarían. Pero los hechos mostraron que fracasaron sus previsiones y hoy el movimiento independentista del Quebec está en claro retroceso.
P. El PNV ha apuntado el modelo escocés como un referente a seguir y no el de Cataluña.
R. El caso escocés tiene el respaldo de un pacto en su propio país y el PNV sabe que una pretensión unilateral, como la catalana, fuera de la legalidad, no se va a aceptar. Yo he visto en Escocia a expertos impulsores de la independencia distanciarse expresamente del caso catalán por su actuación unilateral, no pactada.
P. ¿Escocia podía ser el precedente en la UE de una cadena de secesiones?
R. En ningún caso, una hipotética independencia de Escocia sería un precedente en la UE. Los propios independentistas escoceses lo presentan como un caso especial, pactado, y recalcan su excepcionalidad para ser aceptados. Descartan ser el inicio de una cola de independencias en la UE.
P. ¿Por qué en Cataluña o Euskadi no puede hacerse un referéndum pactado?
R. Quebec y Escocia son dos casos excepcionales, dónde se presentaban elementos muy sólidos. En España, para empezar, hay un problema de constitucionalidad. La Constitución y los estatutos no lo prevén. Pero, además, en clave política, hay una diferencia radical entre la propuesta del Partido Nacionalista Escocés y las propuestas de consulta de Ibarretxe, en su día, y hoy de Artur Mas. Ni Ibarretxe ni Mas se presentaron a las elecciones con un programa claro, de someter a consulta una propuesta de independencia. Lo hicieron a medias tintas. La propuesta clara del Partido Nacionalista Escocés fue precedida de un amplio debate político que aquí no se ha producido. Pero que tendrá que terminar por hacerse porque es insostenible políticamente la situación en que vivimos en Cataluña.
P. El Gobierno del PP es reacio a abrir ese debate.
R. Es cierto, pero políticamente va a ser insostenible en el tiempo por sus efectos negativos. Nada se puede hacer fuera de la legalidad, pero quien la defiende, debe justificar su legitimidad. Es verdad que la Constitución es reacia a los referéndum, pero se puede explorar un consenso mayoritario sobre en qué condiciones y con qué requisitos se podría celebrar.
P. ¿Qué va a pasar en Cataluña?
R. Una parte importante de los catalanes están movilizados por la independencia. Hay una cerrazón al debate por una parte y por la otra, una pretensión de huida hacia adelante. La actitud de Artur Mas está provocando una implosión del sistema catalán de partidos y una fractura social muy grave. La situación catalana es, por tanto, extremadamente preocupante y difícilmente gobernable.
P. ERC está empeñada en celebrar unilateralmente el referéndum por la independencia.
R. ¿Y va a declarar la independencia unilateralmente? ¿Va a optar por la vía insurreccional?, Ya no estamos en los años treinta.
P. ¿Cómo puede afectar el escándalo de la familia Pujol al proceso soberanista catalán?
R. A quien va a afectar es a CiU. Este partido tiene muy mal futuro. La gobernación de Mas ha llevado a CiU al suicidio y el escándalo de Pujol es el remate.
P. ¿Adónde va a ir Cataluña?
R. A corto plazo, se va a producir una enorme frustración. Estoy convencido de que si Escocia y Cataluña hubieran tenido una financiación co0mo la que ha permitido el concierto económico, no se hubieran planteado los problemas posteriores. Hoy sólo veo como salida un enorme baño de realismo.
P. ¿Qué pueden hacer el Gobierno central y las instituciones?
R. El Gobierno central no ha dado una respuesta seria a la estrategia del nacionalismo. Sólo la apelación a la legalidad y no puede convertirse en una trinchera infranqueable. El primer error está siendo no afrontar el debate político. Y debe hacerse sin por ello aceptar el terreno de juego del nacionalismo. Los problemas que en su día ya se detectaron en el funcionamiento del Estado autonómico debieron ser abordados entonces. Porque ahí radican los problemas de ahora.
P. ¿A qué se refiere?
R. Por ejemplo, al reparto de competencias. En todos los estados federales, la Constitución fija nítidamente las competencias del Estado mientras aquí han sido los estatutos de autonomía los que las han fijado abriéndose situaciones conflictivas como sucedió con la reforma del Estatuto de Cataluña. Está pendiente, también, de resolución la financiación y las relaciones intergubernamentales.
P. El fenómeno escocés o el catalán ¿puede afectar a Euskadi?
R. El PNV está marcado por la experiencia del plan Ibarretxe y con una apuesta por el soberanismo, unilateral, arriesga la pérdida del poder y el fortalecimiento de la izquierda abertzale. Lo que me sorprende es que Artur Mas no haya aprendido de la experiencia de Ibarretxe.
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