Panamá, lunes 5 de marzo de 2001
Mireya Moscoso fue honesta, correcta y solo me puso como condición actuar con independencia y ayudar a los más pobres del país
Italo Isaac Antinori Bolaños *
Para justificar lo que
consideramos una evidente politización de la elección del defensor del Pueblo,
algunos han echado mano al ataque personal y a tratar de desfigurar cómo
resulté elegido primer defensor del Pueblo. De forma ofensiva han llegado a decir
que la “única” credencial con que conté para ser elegido fue ser amigo de Tomás
Altamirano Duque. Por tal razón, para que no se distorsione la verdad de lo que
ocurrió en junio de 1997, haremos algunas aclaraciones porque creo que lo que
está en juego en estos días es el futuro de una institución que está destinada
a servir a los más necesitados y a los que no tienen voz.
Están en juego las futuras
elecciones para un cargo cuyo titular deberá servir al país con independencia
de quien ejerza el poder político y sin que la filiación política sea el factor
que determine la actuación del defensor del Pueblo, tal como lo hemos
demostrado con nuestras actuaciones. En primer lugar, lo que se discute es la
actual elección, por ello, consideramos que referirse a situaciones que
ocurrieron, casi cuatro (4) años atrás - desfigurando los hechos - es un
intento por desviar la atención sobre la verdadera esencia del problema que es
la actual elección que algunos políticos pretenden convertirla en un botín para
hacer de ella parte del intercambio de activos.
En junio de 1997, los 52
candidatos que competíamos por el cargo, fuimos presentados al pleno. Todos
luchamos por obtener los votos después de haber sido sometidos a audiencias
públicas, en las que no solo los miembros de la Comisión de Derechos Humanos
estaban presentes y hacían cuestionamientos, sino que también estaban
presentes, el público que ingresó sin restricciones, así como los medios de
comunicación, pudiendo igualmente interrogar libremente a los candidatos. Las
audiencias de cada uno de los 52 candidatos fueron transmitidas en vivo y
posteriormente en diferido por Canal Once, a fin de que la sociedad pudiera
apreciar el pensamiento de cada uno de los aspirantes. Nada de esto ha ocurrido
en la presente elección, puesto que lamentablemente las audiencias han sido a
puertas cerradas, con lo cual se ha impedido que la comunidad conozca el
planteamiento de los aspirantes a Defensor del Pueblo. Además, es ahora una
fracción del parlamento constituida por 7, de los 71 legisladores, la que
predeterminará -sin que se haya explicado previamente a la comunidad el método
de ponderación o baremo- quiénes estarán dentro del grupo de los seleccionados
y favorecidos que pasarán al pleno de la Asamblea, lo que impedirá que la comunidad
pueda juzgar si en verdad se trata o no de los mejores candidatos, cuando en la
anterior elección, sin exclusiones de ningún tipo, los 52 candidatos fuimos
sometidos al escrutinio de la comunidad y del pleno de la Asamblea Legislativa.
Durante la elección de 1997, ni el PRD ni ningún otro partido político respaldó
o tuvo candidato oficial. No hubo recomendaciones de ninguna comisión política
de partido alguno, que sugiriera ternas o que recomendara algún nombre. No hubo
acuerdos entre partidos para la designación del cargo.
Por ello, no consideramos
justo que se pretenda desvirtuar o distorsionar la forma en que fui elegido.
Nuestra amistad con el señor Altamirano Duque y sus hermanas, ha sido de
carácter personal y profesional, por cuanto antes de ser defensor del Pueblo,
fui su abogado. En esta amistad no hubo ni hay nada de pecaminoso. El respeto
de nuestras propias convicciones y diferencias ha sido la base de la amistad.
En lo político, no hubo ni hay vinculaciones ni coincidencia entre el licenciado
Altamirano Duque y mi persona. El es miembro del PRD y una de sus hermanas es
esposa del actual vicepresidente de la República, quien pertenece al Partido
Arnulfista. En lo personal, nunca he sido miembro de ningún partido político,
ni he sido candidato a ningún puesto de elección popular. Mis credenciales de
apoliticismo, de doctor en derecho (especializado en derecho constitucional)
por la Universidad Complutense de Madrid, título que obtuve con las máximas
calificaciones, el tener estudios de postgrado en derechos humanos y en
estudios internacionales y mi licenciatura en derecho, fueron en su momento
debidamente expuestas ante la Asamblea Legislativa, al igual que lo fueron los
muchos artículos, publicaciones hechas y mi condición de profesor para el
doctorado y maestría en derecho, dentro y fuera del país.
En junio de 1997, el partido
PRD tenía 28 legisladores. En mis análisis y estrategias sabía de antemano -
tal como ocurrió- que, al no haber candidatura oficial, el PRD y sus aliados
dividirían sus preferencias entre varios candidatos. Según consta en el acta
-cuya copia tengo- el día de la elección y en la primera vuelta, el suscrito
logró 42 votos, Graciela Dixon logró siete votos, Jaime Padilla González, siete
votos, Irma Mollick, cuatro votos, Luis Vergara, dos votos, y un voto cada uno
lograron, Ulises Pittí, Ramón Castellanos, Ramón de Río, Abdiel Díaz Him,
Santiago Gómez Montenegro, Alejandra Ramos de Trejos y Santander Tristán. Ante
la previsible atomización del voto, era lógico que, quien consiguiera los votos
de los entonces partidos de oposición, ganaría el cargo. Por tal razón, me
entrevisté personalmente con doña Mireya Moscoso -líder de la oposición- a
quien expuse mi plan de trabajo y a quien le prometí independencia en mis
actuaciones. Durante la larga entrevista, ella me escuchó detenida y
serenamente. En la situación en la que estaba, en la que dependía de los votos
de su partido para ganar, pudo haberme condicionado el apoyo, pedirme puestos o
espacios políticos; sin embargo, doña Mireya fue honesta y correcta, y solo me
puso como condición actuar con independencia y ayudar a los más pobres del
país. También conversé con el doctor Joaquín Fernando Franco, quien como gran
caballero y hombre de honor, tampoco me pidió posiciones, sino que me solicitó
una gestión honorable e independiente del poder real. De acuerdo a la
estrategia planteada y a los diversos apoyos que obtuve, fui elegido primer
defensor del Pueblo, en la primera ronda de votaciones, por 42 votos, que
provinieron de diferentes fracciones parlamentarias tanto del gobierno como de
la oposición, aunque mayoritariamente de estos últimos. Por tanto, no es cierto
que fui beneficiado por alguna decisión política partidista del PRD, como se ha
pretendido decir, por cuanto dicho partido no tuvo candidatura oficial y sus
legisladores votaron libremente. A pocos días de terminar mi período, puedo
decir con gran satisfacción que cumplí mi palabra de crear, organizar e
instalar adecuadamente la primera oficina de la Defensoría del Pueblo y la de
actuar con plena independencia frente al gobierno anterior y también con el
propio gobierno de la señora Moscoso.
Para nadie es un secreto que,
desde que fui elegido no conté con apoyo político alguno, por eso mi primera
oficina -y durante los seis meses siguientes- estuvo en mi casa. Tampoco conté
con facilidades financieras oportunas, por lo que tuve que poner dinero propio
para instalar las primeras oficinas, que pronto entregaremos. Nuestro legado
-con errores y aciertos- es haber dejado para las futuras generaciones, el
ejemplo de un defensor absolutamente independiente de los políticos y del poder
real. Cualquier intento de decir lo contrario se estrellará con la realidad y
con la historia de mis propias actuaciones.
* El Autor es Primer Defensor
del Pueblo (1997-2001) y Doctor en Derecho.
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