lunes, 22 de mayo de 2017

Escrito del constitucionalista, Dr. Italo Isaac Antinori Bolaños, Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001).
La izquierda y su radicalismo destructivo.
Alguien me escribió consultando mi opinión sobre los inesperados resultados de las primarias del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) – el que más tiempo ha gobernado España desde la muerte de Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975 –, que se celebraron el domingo 21 de mayo de 2017. Aunque para el suscrito, el resultado no fue una sorpresa, quien me escribió no podía entender que el radical dirigente, Pedro Sánchez, quien como Secretario General del Partido Socialista Español (PSOE), había provocado en el 2016 los peores resultados electorales en casi cien años de historia de dicho partido, (los cuales le produjeron dos vergonzosas derrotas), haya sido reelegido como Secretario General por los votos de la militancia de su partido, casi ocho meses después de haber tenido que dimitir forzadamente por sus evidentes fracasos en medio de una de las peores crisis de dicho colectivo político.  Sin descartar el germen de la anarquía que algunos aseguran que pervive en la sociedad española, lo sucedido en el Partido Socialista español, no es ajeno a lo que un mes atrás (el 23 de abril de 2017) le ocurrió al Partido Socialista francés y el varapalo histórico que recibió en la primera vuelta de las elecciones francesas, su candidato Benoît Hamon, escogido por la militancia del Partido Socialista pese a las advertencias de que, sumados a la impopularidad del gobierno del Presidente socialista François Hollande, habrían otros factores negativos como su conocido radicalismo y excesiva inclinación a la izquierda más dogmática. El ejemplo tampoco es exclusivo de España ni de Francia, puesto que es una conducta típica de lo que podríamos llamar la “genética política” de los partidos de izquierda; por eso, casos similares también los podemos encontrar en la historia de varios países europeos y en otras democracias del continente americano.
La ortodoxia y el excesivo dogmatismo que se produce y pulula en el adoctrinamiento de la izquierda, lleva a la militancia de sus partidos a tomar decisiones muy primarias, evidentemente desacertadas, irreflexivas  e inconvenientes, que les suelen parecer al principio y justo cuando las toman como las mejores, por estar embriagados de enceguecido entusiasmo, pero luego en los procesos electorales no se compadecen ni son cónsonas con el número de votos que obtienen.
En la evolución histórica de los partidos de izquierda, llega un momento  estelar de clímax y delirio ideológico, en que colectivamente se produce un consustancial desquiciamiento político muy propio en su trayectoria social.  Es como una enfermedad degenerativa que produce episodios y recaídas cada cierto tiempo. Tal patología política ocurre cuando la militancia decide en un incomprensible paroxismo desenfrenado y sin importar las consecuencias sobrevinientes,  dispararse un tiro en el pie, quizá con la perturbada idea de ver qué sucede.  Por tales razones, no debemos extrañarnos cuando candidatos de la izquierda más radical logran con cierta facilidad insuflar en la militancia de sus partidos el entusiasmo y las simpatías necesarias para obtener un respaldo internamente, aunque tal simpatía no sea igual, ni siquiera parecida, en la lucha externa, cuando debe enfrentarse a otros colectivos políticos y a otros candidatos que son percibidos con la sensatez que carece el intransigente candidato izquierdista. En estos casos ocurre que el partido logra una militancia muy aguerrida, pero una orfandad de votos en las elecciones generales.
Quizá en el caso español, los militantes del PSOE, han comenzado – sin darse cuenta – solo por escoger quien comandará el destrozo de su partido. Y en términos fríos de números electorales y de márquetin político, si Mariano Rajoy y el Partido Popular – incluso hasta el indefinido Alberto Rivera del emergente partido “Ciudadanos” – supieran aprovechar las circunstancias, podrían sumar a sus causas votos de sectores de la izquierda muy moderada (centro izquierda) que podrían mirar hacia otro lado, asustados por la insensatez y el radicalismo en que se convertirá el PSOE bajo la dirigencia de Pedro Sánchez. El cantado final producido por una equivocación del enfermizo radicalismo de la izquierda insensata, pasa por el estacazo que, más por enfermiza obsesión que por juiciosa convicción, le prepara con ansias Pedro Sánchez a Mariano Rajoy, para remecer y estremecer con resultados impredecibles el gobierno del perseverante e insistente gallego. 
21 de mayo de 2017

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