domingo, 3 de julio de 2016

Cuando aparece la estulticia… Escrito por Dr. Italo Isaac Antinori Bolaños

Un médico panameño – a quien ni siquiera envié la investigación de la influenza hecha por mi esposa – y quien mediáticamente se ha “vendido” por años como supuesto sabio e ilustrado, como padre y único amo de la ciencia médica, como dueño absoluto de la verdad y absurdo patrón de una irreligiosidad chocarrera y guasona, se ha atrevido a decir que el análisis de la Dra. María Eugenia Barnett Herrera de Unamuno de Antinori, si bien “es interesante y bien escrito, tiene algunas imprecisiones científicas importantes”, sin haber dicho cuáles son las imprecisiones científicas importantes. Tan imprecisa y subjetiva calificación, ha motivado mis neuronas y empujado mis dedos para teclear algunas cuartillas, donde hago algunas reflexiones, sin mencionar tan siquiera al sandunguero personaje.

Cuando aparece la estulticia
Con todo respeto y muy alta consideración, envié a muy distinguidas personas el estudio y análisis científico que hizo mi esposa, la Dra. María Eugenia Barnett de Antinori a finales de junio de 2016 sobre la delicada situación de la influenza en la República de Panamá y que denominó “Circulación de la Influenza en Panamá desde el año 2011 al 2016”. Dicho estudio lo realizó como médico pediatra y epidemióloga para orientar a la sociedad y que puede ser visible en:
Me permití enviarlo porque consideré y considero que es un valioso aporte a la docencia y al conocimiento en general. Su genuino y único interés ha sido orientar y educar, sin pretender “arrogarse la verdad absoluta” como lo dice y lo reconoce sensata y humildemente en su propio escrito. Su análisis no va dirigido a la comunidad científica solamente, ni está escrito – pudiendo como médico hacerlo – con locuciones científicas que solo éstos comprenden, sino que lo importante es que fue hecho en un lenguaje llano, franco y sencillo dirigido con nobleza a muchos que, como el suscrito, no entendemos de medicina ni de “algoritmos” científicos.   En su análisis, la Dra. de Antinori dice lo que otros no se han atrevido a decir, o simplemente, no se han tomado el trabajo de hacer en estos momentos difíciles para el país.  Pero, me pregunto, ¿quién es dueño de la verdad y padre de la ciencia para asegurar que en la investigación que hizo la Dra. de Antinori “hay imprecisiones científicas importantes”?  Pues nadie, solo Dios para los que creemos en Él. ¿Y quién puede, en consecuencia, en nombre de la ciencia, descalificar algún hecho o investigación, adueñándose de la paternidad de la propia ciencia? Es muy cómodo descalificar sin definir ni explicar cuáles son esas supuestas “imprecisiones científicas importantes” El análisis de la Dra. de Antinori, por una parte, constituye un loable esfuerzo por hacer comprensibles, aspectos de la influenza que nadie había explicado con tanto detalle y claridad en la crisis que vive el país; y por otra parte, su fortaleza o precisiones científicas están basadas en nueve (9) gráficas sobre el comportamiento de la influenza, emitidas por la Organización Mundial de la Salud, públicamente difundidas y responsablemente citadas en su investigación, incluso con los vínculos para que cada uno de los lectores accedamos a ellas (así está garantizado en la publicación que se pueda acceder a los vínculos).  De modo que, si existieran esas supuestas “imprecisiones, científicas importantes”, habrían sido cometidas, nada más y nada menos que por la propia Organización Mundial de la Salud, hecho que obviamente no es cierto.  La Dra. María Eugenia Barnett Herrera de Unamuno de Antinori tiene sus puntos de vista como investigadora médica que creo que merecen un mínimo de respeto y no ha pretendido descalificar a nadie, ni las ideas de nadie, ni los puntos de vista de nadie, ni mucho menos se atrevería a decir que algo “tiene imprecisiones científicas importantes”, sin explicar cuáles, sencillamente porque no se cree dueña de la verdad. Dejemos a los demás construir y edificar porque el argumento de los mediocres, a mi juicio, históricamente ha sido el de recurrir a la descalificación constante de todo esfuerzo humano que conduzca a la realización de una obra, de un emprendimiento o de un aporte a la sociedad.  Nadie es dueño de la verdad ni de la ciencia, mucho menos de la sapiencia, sobre todo cuando aquellos que se creen dueños de la verdad, tienen grandes y graves falencias, como todos los humanos las tenemos.   Cada día me convenzo que a nuestro país le cuesta salir adelante por la ira y la envidia de los necios…  Dos lacras terribles que enceguecen la razón y alimentan la estulticia. Es como constatar la radiografía de lo que atinadamente predijo el malogrado  escritor John Kennedy Toole, en su obra póstuma  “La conjura de los necios”.  Y, al cavilar sobre los efectos siniestros de la envidia, resulta imposible olvidar, precisamente, al ilustre pariente de mi esposa por su rama española, al inmenso y genial filósofo español, Don Miguel de Unamuno quien decía que “la envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual”. (de Unamuno, Miguel, Del Sentimiento Trágico de la Vida, Editorial Plenitud 1966, Madrid, España p. 62)
A mi esposa, la Dra. Maria Eugenia Barnett de Unamuno de Antinori, una gran y valiosa mujer –  que al igual que otras inteligentes mujeres – es digna del respeto y merecedora del encomio por el esfuerzo e interés en darnos luces en un tema donde parece que la intención es no hablarnos con la claridad y con la certeza que merecemos.   A ella no sólo la amo intensamente (25 años de matrimonio) sino que la respeto y le admiro muchísimo por su inteligencia innata, su humildad, su nobleza y su deseo incansable por ayudar y colaborar a la sociedad sin esperar nada a cambio, de forma callada y sin aspavientos en los medios de comunicación. Quienes le conocen saben que así como la hemos descrito es su personalidad y también saben de su nobleza, de su desprendimiento y de su exquisita educación.  Le pido que siga adelante, con fe en Dios (que sí la tenemos) ayudándonos a entender y comprender ese intrincado mundo de la ciencia que no todos tenemos el privilegio de comprender. Ella es una gran mujer que nos demuestra – como muchas otras grandes mujeres también lo hacen – que la inteligencia no es patrimonio de sexos, sino del propio ser humano y que ante la estulticia es preferible guardar silencio y que a los palurdos – aunque se hayan disfrazado de supuestos sabios – jamás ofrecerles tan siquiera la honra de un insulto.
2 de julio de 2016.
Sinceramente; 
Dr. Italo Isaac Antinori Bolaños
Doctor en Derecho (Especializado en Derecho Constitucional)
Universidad Complutense de Madrid, Reino de España
Primer Defensor del Pueblo de la República de Panamá (1997-2001)
Correo Electrónico: iantinorib@cwpanama.net

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